La Liga de Zidane
Modeló un Plan B y la reconversión de Cristiano Desde que llegó, su Madrid ha ganado el 79,3% de los partidos ligueros
Ha sido una Liga trabajada, es la más difícil del mundo...”. A Zidane le costaba articular las frases en la flash interview, quizá por el manteo al que le había sometido sus futbolistas en La Rosaleda. Este alirón confirma que Zidane no era una sonrisa con extintor y un tipo casado con la diosa fortuna, detrás había un plan.
En la entidad había una astilla bajo la piel que atenuaron la Décima y la Undécima, pero que dolía: sólo una Liga en ocho años hacía fruncir el rictus. Zidane la ha extraído sabiendo mantener el doble frente, Liga y Champions, sin que sus futbolistas se embelesasen con los focos europeos y racanearan en los días de andar por casa. Sus números ligueros desde que cogió al Madrid post Benítez son arrebatadores: 46 triunfos en 58 jornadas (el 79,3 por ciento). Sólo cuatro derrotas en campeonato y medio. La temporada pasada ya se quedó a las puertas haciendo más puntos que el Barça (53 a 49)...
Ahora, partiendo de cero, pudo desarrollar su obra al completo. Para sostener una guerra de agosto a mayo, quería un sargento de hierro y fichó al preparador Antonio Pintus, la vecchia scuola italiana. “Llegamos al final físicamente de puta madre”, decía Zidane el sábado, utilizando su expresión favorita. “Estamos como aviones”, confirmó Isco, uno de los renacidos.
Porque el físico es una obsesión para el galo. Tiró de psicología para convencer a Cristiano de dosificarse para el final (siete goles en sus últimas cuatro jornadas) y estiró la plantilla con un Plan B que fue a cuchillo en los partidos de perfil bajo (Leganés, Gijón, A Coruña...). Con el francés, hasta los descontentos escogieron producir (Morata, 15 goles; James, ocho goles y seis asistencias) en vez de desertar. Sólo Coentrao, Mariano, Casilla y Yáñez han estado por debajo de los 1.000 minutos ligueros...
La gestión.
Zidane estaba en el Pizjuán aquel 10 de noviembre de 2003 en el que Queiroz hizo llorar a Rubén. Cuesta imaginar a Zizou haciendo algo así. Su gestión de la mente del futbolista es ejemplar. La imagen de sus jugadores irrumpiendo en la sala de prensa para bañarle en champagne recuerda la que vivió Ancelotti en Lisboa. El triunfo de la mano izquierda.
En 13 días puede volver a Cibeles como el primer entrenador de la historia con dos Champions seguidas. Cuatro títulos (a la espera de Cardiff) en 16 meses. El último, la Liga de Zidane.