“Hacer dos goles nada más llegar es algo inolvidable” Rubén Cano

¿Cómo recuerda aquel derbi de enero del 77? —No era una tarde linda para jugar, la recuerdo lluviosa, pero lo que ocurrió en el césped lo cambió todo. Yo llevaba unos meses en el Atlético y para un recién llegado marcar dos goles en el derbi es lo máximo. Es el partido de la máxima rivalidad. Lo esperas con interés y cuando llega no existe el cansancio, los golpes, las molestias. Es a muerte. Marcamos muy pronto y ellos lo sintieron. Gestionamos el partido con bastante facilidad. Al día siguiente me sentía el hombre más feliz del mundo. —Lo tiene grabado. —Es un recuerdo para toda la vida. Ese y ganar la Liga a falta de un partido en el campo del Madrid. Fue un año soñado. —Le faltó el pichichi para redondear. —Hice 20 goles, pero Kempes me superó. Teníamos un grandísimo equipo. En la última jornada no nos jugábamos nada. Recibíamos al Valencia. El equipo jugó para mí y el Valencia, para Kempes. No hubo manera de arrebatarle el pichichi. —Es el último derbi liguero que vivirá el Calderón. —El Calderón lo ha sido todo. El sitio donde me llevé las mayores alegrías y los mayores llantos. Es el templo. Al principio, cuando me contaron lo del cambio, yo no estaba de acuerdo, porque ha sido siempre nuestra casa, pero uno tiene que entender que el futuro exige no quedarse atascado en el pasado. Es necesario para crecer. —Futbolistas, entrenadores... ¿Qué figura destacaría en la vida de este estadio? —Luis, por muchas cosas. Fue el mejor entrenador que he tenido. Por lo táctico y lo psicológico. Hacía que todo hirviera antes de salir al campo.