La tragedia de cada derrota
El Zaragoza perdió inmerecidamente en
Getafe, pero, después de cuatro años en Segunda y tanta frustración acumulada, cada derrota —y no importan ya ni las circunstancias— se vive como una tragedia en los cuatro puntos cardinales del club; y me temo que sería igual aunque el equipo fuese el primero, un escenario con el que van a tener que convivir Agné y sus futbolistas. Pero ni la derrota ni sus amarguras derivadas pueden ocultar que el Zaragoza nada tiene que ver ahora con el que dejó Milla en Valladolid. Éste es un equipo con una idea clara, que necesita ser afinada, pero que está permitiendo crecer al conjunto y a sus individualidades. El Zaragoza tiene intención y atrevimiento con la pelota, y también orden táctico, además de estar mejorando su condición física, lo que no es, precisamente, un asunto menor.
Sí, e Zaragoza perdió en Getafe y ha vuelto a salir del playoff, pero ahora está mucho más cerca de ganar que de perder los partidos, y ese es un mérito indudable de Agné, que ha recuperado a media docena de futbolistas para la causa, elije mejor su once y tiene personalidad para que no le asusten ni le desborden las urgencias del Zaragoza. Otra cuestión es que mientras el equipo no gane tres partidos seguidos no se trasladará a la clasificación esta mejora y siempre quedará un espacio para la duda. En lugar de mover de posición a José Enrique, Agné apostó por Bagnack como central en Getafe y una imprudencia del camerunés, una más, en su carrera le costó al Zaragoza muy cara, pero no olvidemos que el de Mequinenza es el mismo entrenador que ha creído en Ratón, Fran, Javi Ros, Edu García o Pombo.