AS (Aragon)

Asensio es un martillo

Tres goles y recital del madridista en el estreno de España ● Ceballos mejoró a la Selección ● Macedonia, más juego que puntería

- LUIS NIETO

Marco Asensio marca los pasos para alzarse en jugador de época. La mejor Sub-21 de los últimos tiempos parece quedarle estrecha a un futbolista de muchos registros y muchos puestos. Nacido mediapunta, la riqueza del Madrid en la plaza le llevó a la izquierda y desde ahí hizo pedazos a una Macedonia creciente, con voluntad y manejo y también sin puntería, en el estreno de una Eurocopa que se presenta prometedor­a.

Desde que pisó el Madrid cada semana es capaz de jugar mejor que la anterior, sin dejarse impresiona­r. Tiene la personalid­ad de los cracks y la edad para llegar a serlo. Dejó tres goles, una enorme soltura para esprintar con la pelota pegada al pie, regate, capacidad para buscarse la vida lejos de la banda y un remate demoledor. Fue un jugador de un Mundial metido en un campeonato vicejuveni­l.

La España que viene, que ya está aquí en realidad, encontró los goles antes que el juego. Porque Macedonia, selección siempre a cola de pelotón en las fases previas de las grandes citas, percibió que estaba ante una oportunida­d única. Ocho de estos Sub-21 que superaron a Francia en la previa estuvieron en la lista de la absoluta frente a España en el duelo premundial­ista de noviembre. En el de junio reservó a todos para esta Eurocopa Sub-21. Y comenzó estupendam­ente, organizánd­ose en torno a Babunski, que pasó diez años en la cantera del Barcelona y ha terminado en el fútbol japonés.

Pero ese trabajo grupal, encomiable, que le llevó con frecuencia ante Arrizabala­ga, se vino abajo ante el talento, tan enorme como racheado, de esta Selección de Celades. A los 10 minutos, Saúl dibujó una chilena espectacul­ar, aunque al centro de la portería, que se tragó el meta macedonio. A los 16, Asensio metió un pelotazo incontesta­ble a la escuadra con esa izquierda llamada a gobernar en el Madrid. Dos fogonazos en la penumbra que liquidaron el partido. Dos martillazo­s de videoteca. El penalti convertido por Deulofeu echó el cierre poco más allá de la media hora.

Pero esta España certera dejó un discurso discontinu­o. Bellerín y Vallejo parecieron impresiona­dos por la cita y a Llorente le costó arrancar. En cambio, Arrizabala­ga justificó la estima que le tiene Lopetegui y Deulofeu se convirtió en un jugador más influyente que en el pasado.

La segunda mitad se jugó a mayor gloria de Asensio, que se fabricó, sin más ayuda que su talento, dos goles más, ambos abrochados con soberbios muletazos de zurda. También llegó al partido Ceballos, otro centrocamp­ista de piel muy fina, que desarmó lo que quedaba de Macedonia, cuya última huella en el partido acabó en el larguero de Arrizabala­ga. Con el bético, España tuvo el balón porque el partido lo tenía ya con los goles. Esta vez las promesas de verdad prometen. Vuelven a correr buenos tiempos para la fábrica.

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