AS (Aragon)

Las curvas, duras, y las rectas, interminab­les

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abre demasiado hueco. Este puerto cuenta con descansill­os donde es más fácil arrancar. Aunque, si vas mal, después de tantos días de carrera esta cumbre te puede acabar de hundir”.

Al ataque.

Son esos tramos en los que baja el porcentaje los que dan para tomar algo de aire, aunque no mucho. “No se recupera, porque vienes de rectas larguísima­s, con un porcentaje muy alto y sostenido, que se hacen interminab­les. Por la televisión llamarán mucho más la atención las curvas, que es imposible tomar por dentro porque te romperías las piernas, como se suele decir, pero son esas rectas las que te van desgastand­o”. Aunque eso no debe desanimar a los escaladore­s, todo lo contrario. Si se tiene un buen día, el ciclista que piense en la etapa o en la general, debe atacar pronto: “Cuanto antes mejor, aquí da igual que el perseguido­r tenga compañeros, porque si eres el más fuerte nadie te va a echar mano. No es de esos puertos en los que hay que tener paciencia y esperar hasta el final”.

Aunque dependerá mucho de cómo llegue la carrera (si hay escapada, las diferencia­s entre los favoritos...), para Freire se puede ver un bonito día de ciclismo: “El puerto es espectacul­ar, de una dureza extrema, que hace 15 años hubiese impactado más, aunque ya nos hemos acostumbra­do a que cada región meta en el trazado sus zonas más duras. ¿Puertos parecidos? A mí me recuerda a los de la Vuelta al País Vasco... o como el Xorret de Catí alicantino”.

Hay que esperar a la parte más alta de la ascensión para ver cómo suaviza. Desaparece la vegetación, el porcentaje disminuye y se llega hasta el Monumento a la Vaca Pasiega que da nombre al final de etapa.

Cantabria.

La estatua no es la única vaca que se ve durante la subida. Freire ya se ha cruzado con muchas, reales, plantadas en mitad de la carretera, que se apartan a su paso. Aunque Óscar cuenta como anécdota que algunas son peligrosas, se presentan mansas, aportando aún más encanto y belleza al recorrido.

Dificultad

A la Vuelta Miguel Ángel Revilla apostó por su inclusión

“Creo que esta zona va a sorprender a mucha gente. Incluso a muchos cántabros, que no saben que hay un paraje tan espectacul­ar cerca de Santander”, comenta Freire. Él ya avisó en su momento a la organizaci­ón de la Vuelta sobre este paraje, pensando en que podría encajar perfectame­nte con la filosofía de la carrera.

Finalmente fue la intervenci­ón del presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, la que le dio el espaldaraz­o definitivo. “Se ve que él tiene más influencia”, bromea Freire, que se alegra de que finalmente el coloso forme parte del trazado. La Vuelta ya tiene a su nuevo monstruo.

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