AS (Aragon)

“Los futbolista­s son auténticos aquí, no se juega por dinero”

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chaval. Es que hablamos del Celta”. Y nosotros hablamos con el Celta: “Oye, te lo quieres llevar a mitad de temporada, y estamos compitiend­o. Al menos, compensa algo…”.

—¿Y dejaron algo en caja?

—Pues hicimos un estudio. Lo que dejaron, comparando los dos presupuest­os, era para ellos como si nosotros hubiéramos fichado a un jugador de otro club y no quisiéramo­s pagar cinco euros.

—Entiendo…

—Tenemos un infantil que se lo acaba de llevar el Depor. Cada año el Madrid y el Atlético vienen a por uno o dos.

—¿Y ellos cómo se portan?

—Mmmm… Con el Madrid tenemos un convenio, nos da balones.

—¿Balones?

—El trato es que te dan 25 balones por un alevín, por ejemplo. ¡Pero al menos te los dan! Porque se los podrían llevar por el morro. Y mandándote por delante a los padres a presionar...

—¿Y cómo sobreviven?

—Pues cuando aparece un gran jugador nos quedamos sin él. Otra cosa es cómo vuelve al cabo de los años.

—¿Pero vuelven?

—Algunos sí, porque los grandes cogen y descartan continuame­nte. Entonces, la historia que no se escribe es la de cómo dejan a los que descartan.

—¿Cómo los dejan?

—Tocados o hundidos. En cinco años cumplen un circuito. Van al Madrid, de ahí al Rayo… Y a los cuatro o cinco años vuelven a casa. Mentalment­e es difícil para ellos, porque a una edad muy temprana piensan que han fracasado, tanto el chaval como su entorno. Y ocurre otra cosa. Hemos detectado que cuando se los llevan son los mejores del equipo, y que cuando vuelven, los de su quinta que están con nosotros son mejores que ellos. Ese circuito los empeora.

—¿Cómo terminó usted de presidente del Adarve?

—Pues lo que suele pasar. Llevé a mi hijo, me pidieron que echara una mano, luego eché las dos, luego un pie… A mí me gusta participar de la gestión de un club por vivir la experienci­a desde el otro lado, habiendo ejercido tanto tiempo como periodista deportivo.

—¿Cómo nació el Adarve? —En el 92 empezaron tres o cuatro padres con tres o cuatro equipos. Fue creciendo, sumando categorías, y en 2006 fusionamos dos clubes, el Adarve y uno que se llamaba Unión Deportiva Barrio del Pilar. Fue importante para sobrevivir en este entorno donde si no tienes volumen, te comen. De ahí el nombre, Unión Adarve. Y eso permitió tener un equipo senior, porque la Unión tenía uno en Preferente.

—¿Cómo es la relación del equipo con el Barrio del Pilar? —Estamos en un barrio, pero en realidad es un distrito, el de Fuencarral-El Pardo. Y es muy interclasi­sta: hay clase alta, baja, media… Es grande y disperso, y no tiene una conciencia de barrio como la pueden tener los barrios clásicos como Carabanche­l o Vallecas. Nosotros tenemos muchos jugadores que no son del barrio, pero sí de Madrid.

—¿Se involucra en el equipo el entorno más cercano?

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