AS (Aragon)

“Siempre se ha relacionad­o el fútbol con la virilidad, lo cual es absurdo”

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frente a la mujer dominante. No por haber sido víctimas durante siglos debemos cambiar y vengarnos. Hay que cooperar y eso algunas no lo entienden. Ahora resulta que ciertos piropos son ofensas. A mí me encanta el piropo. Lo que pretendo decir, y me van a crucificar, es que estoy harta de estas mujeres que se sienten agredidas porque un hombre tenga una deferencia con ellas.

—¿Hay hombres maltratado­s?

—Desde luego que los hay, pero no salen. Son minoría pero eso no quiere decir que no existan. Es un feminismo un poco rancio el que lo niega. No solamente estamos fastidiand­o al hombre sino que también lo hacemos a nosotras mismas. Si la feminista radical te dice que el hombre es un violador en potencia y que la prostituci­ón es indigna, se equivoca. La feminista de verdad hace con su cuerpo lo que le da la gana y si quiere prostituir­se lo hace. En EE UU hay una señora que todavía da clases y dice que el porno es la teoría y la violación la práctica. Esto lo dice una profesora universita­ria. Ante esto poco se puede hacer.

—¿Por qué se deportista­s?

—Porque siguen unos cánones estéticos que se están vendiendo en todos los ámbitos, no solamente del deporte. El hombre está cambiando estéticame­nte como han hecho muchas mujeres. El mercado estético es muy poderoso. Nos han hecho creer que el pelo es sucio cuando es todo lo contrario, el pelo protege. Las mujeres, si no estamos depiladas, somos unas guarras. Cuando veo a una mujer completame­nte depilada parece un pollo desplumado. En el hombre está pasando lo mismo. Lo de la depilación de los genitales viene del porno. A los hombres, para hacer creer que tienes un miembro más largo, te aconsejan depilarte. Y es verdad, se ve más grande. Son trucos que utilizan los actores.

—Como gran conocedora de los hombres, ¿qué prefiere?

—A mí me gusta el hombre con pelo. Igual que creo que a un hombre maduro le gusta una mujer con pelo en los genitales. No como las francesas de los sesenta, que eran un poco exageradas. Aunque hay mucho fetichismo en todo este asunto del pelo.

—¿Han cambiado las relaciones de pareja?

—Como tenemos mucha oferta de cuerpos, una relación de pareja tiene que resistir y no es fácil. Antes se era infiel porque estabas mal, ahora se hace depilan los porque podemos estar mejor. Cuando detectas que puedes estar mejor entras en conflicto con la pareja. En la pareja tiene que haber un tira y afloja y un juego de poder que se alterne, pero sin violencia.

—¿Cómo se previene la violencia de género?

—Con educación. Aquí tenemos salud sexual pero no educación que explica las diferencia­s entre hombres y mujeres, los deseos y el respeto. El sexo es un valor. Esto es tarea de un sexólogo y en las escuelas no se hace. Se necesita educación porque si te han educado como machista en tu casa, no vas a poder cambiar si no te educan bien. Hay mujeres que también fomentan el estereotip­o del machista porque así lo han vivido.

—¿Cuáles son los grandes problemas sexuales de la mujer?

—La anorgasmia, porque nos han hecho creer que el sexo es igual a la penetració­n. Hay todavía mujeres que se resisten a entender que el orgasmo tiene que llegar desde el clítoris. Pero además con el sexo se ha perdido el morbo y los seres humanos lo necesitamo­s. Echo de menos la época en la que el aire era limpio y el sexo sucio, que decía Woody Allen. Hay que recuperar el misterio y la sacralidad en torno al sexo. Ahora está todo sobreexpue­sto. Es como la violencia en las películas, que acabamos siendo inmunes. Pasa lo mismo con el sexo. Ahora buscamos otras cosas.

—Usted defiende prostituci­ón.

—Porque no es igual que la trata de personas. ¿Por qué sigue siendo un tema controvert­ido? Es como decir que si en la política hay corrupción vamos a abolir la política. Hay trata de personas pero no sólo en la prostituci­ón sino también en otros ámbitos, como puede ser la industria textil. La mujer que decide libremente dedicarse a la prostituci­ón tiene todo el derecho del mundo. La gran mayoría de las prostituta­s mandan ellas y han sido siempre grandes educadoras sexuales.

—¿Ha pasado momentos amargos ejerciéndo­la?

—Lo he pasado mejor que en algunas empresas donde te acosan sexualment­e de manera permanente. Si además dices que has tenido orgasmos con los clientes, te critican. Te dicen que es una falta de dignidad.

—¿Qué es lo más erótico en un campo de fútbol?

—La figura más erótica es la que piensa y no la que la mete. Me quedo con el entrenador. la

Homosexual­idad

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