AS (Aragon)

“Con el oro logrado en Río me sentí realizada” Mireia Belmonte

- A. MARTÍNEZ / GRANADA

Mireia Belmonte (Badalona, 1990) suma un oro, dos platas y un bronce olímpicos. Cada año se supera y mira a Tokio. Es la mejor nadadora española de la historia. ➥

Cuatro medallas olímpicas en tres Juegos. ¿Qué sabor le deja cada una de ellas?

—La del 200 mariposa en Londres 2012 fue una de las más bonitas. Fue la primera que lograba y la guardo en un sitio especial. La segunda en el 800 libre la calificarí­a de inesperada por la remontada y porque a priori no era mi prueba. De hecho, no la iba a nadar y al final salió así de bien. Fue una gran alegría poder subir por segunda vez al podio en esos Juegos.

—Y llegó Río, dónde también logró dos medallas y disputó tres finales…

—El bronce en los 400 estilos fue una medalla rara porque me clasifiqué segunda para la final y tenía esperanzas de ganar un metal, pero fue una final muy complicada y peleada. Tuve que apretar los dientes en el último cien para conseguir subir al podio, y al final lo logré. La sensación fue nuevamente inmejorabl­e.

—Y también consiguió el oro. ¿Cómo visualiza ahora aquella carrera de mariposa?

—La última fue esa victoria en los 200 mariposa. Sí, la más especial, y encima lo conseguí por cuatro centésimas. Es un antes y un después en mi vida. Me sentí realizada. Había logrado algo por lo que había luchado mucho tiempo.

—¿Esa medalla significó el gran cambio en su carrera? —Creo que no. El gran cambio ocurrió después de los Juegos de Londres. Aquello fue como una explosión. Pero el oro de Río no me ha cambiado nada, ni a nivel social ni tampoco a nivel mental. Sigo siendo la misma, y me sigo tomando la natación como lo hago habitualme­nte. Ahora tenemos el Mundial y estoy motivada, intentando que me ayude todo el trabajo realizado en el pasado ciclo olímpico.

—Todo tuvo sus procesos. En Londres vivió su primera final y no salió como esperaba. ¿Cómo se sobrepuso a aquellas experienci­as?

—Al principio siempre es difícil competir, y es más difícil competir bien. Todo se multiplica cuando hablamos de unos Juegos. Poner el cuerpo para un acontecimi­ento así es muy complicado, pero lo es más poner la mente. La primera final siempre es un reto. Aunque no eran mis primeros Juegos, sí era mi primera final. Y eso se nota. Entrar en una final y poder rendir es una liberación.

—¿En qué momento se pone más nerviosa cuándo nada una final olímpica?

—Te has preparado para ello durante mucho tiempo. Así que es difícil que llegue ese momento y no estés preparada. Cuando más nerviosa estoy es al salir del hotel, porque cuando me pongo el bañador ya me tranquiliz­o. Antes te pueden pasar mil cosas, como tropezarte, dar un mal paso, pero una vez estás a punto de nadar ya no te pasa nada. Es tu momento. Lo esperas.

—No frena para Tokio 2020 y mantiene su programa para este Mundial de Budapest. ¿Se ve de abanderada?

—Eso es cosa del COE, los deportista­s poco tenemos que decir. Claro que me gustaría, estaría encantada. Si no me repercute a ninguna prueba y lo puedo compaginar, sería un honor poder serlo.

—¿En qué presta más atención ahora que es más madura?

—A la alimentaci­ón, al descanso y a la técnica, sobre todo a la de los subacuátic­os.

La eclosión “El gran cambio en mi vida ocurrió en Londres. Fue una explosión”

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