AS (Aragon)

Después de comer le dije a Martín Fiz: ‘Me voy a tumbar y luego voy a ser campeón”

- ÁNGEL CRUZ LA ENTREVISTA

Su imagen con los brazos abiertos y gesto de desbordant­e alegría entrando en la meta de los 1.500 se convirtió en uno de los iconos de Barcelona. ¿Qué recuerdos tiene ahora de aquello?

—-El mejor recuerdo que guardo es el cruzar esa línea de meta y saber que era campeón olímpico. Un sueño.

—-¿Qué hizo en las horas previas a la carrera?

—-Lo de siempre. Estar tranquilo, calentar por la mañana, comer, descansar, tomar un café, ir al estadio en autobús, estar centrado pensando en la competició­n… Lo normal.

—-¿Es cierto que después de comer, el día de la prueba, ya anunció que iba a ganar?

—-Se lo dije a Martín Fiz: “Me voy a tumbar un rato y luego voy a ser campeón”. Y se lo repetí a Enrique Pascual cuando me despedí de él para ir a la pista. “Vete a la grada, que pronto vas a ser el entrenador del campeón olímpico de 1.500 metros”.

—-¿A quién temía?

—-A Noureddine Morceli, sin ninguna duda. Había sido campeón mundial el año antes y era el gran favorito. A los demás les respetaba, pero Morceli era otra cosa.

—-La carrera fue muy lenta, táctica, y usted resolvió las cosas atacando por dentro a falta de 200 metros. ¿Por qué esa maniobra tan peligrosa?

—-Vi el hueco por el que podía pasar. Era difícil y arriesgado, pero lo vi claro y pasé, protegiénd­ome un poco con el brazo derecho. Lo había hecho otras veces, por ejemplo en el Campeonato de España de 1990. —En la recta final estaba claro que iba a ser el vencedor.

—-Cuando iba por la mitad de esa recta, a la altura del podio, pensé que algo muy malo me tenía que pasar para no ser campeón.

—-Y al pasar por ese podio, ¿no pensó que poco después iba a recibir allí la medalla de oro?

—-A tanto no me dio tiempo, la verdad.

—-¿Y cuando subió…?

—-Estaba más nervioso que en la línea de salida. ¡Mira que si tropiezo o algo así y hago la gracia del día! Y recordé que en 1986, cuando tenía 17 años y salía del instituto, me enteré de que Barcelona había ganado la nominación olímpica e iba a organizar los Juegos de 1992. Y pensé: “¡Cuánto me gustaría ir allí y ser campeón”. Y se cumplió.

—-En lo alto del podio, ¿se acordó de alguien en particular?

—-De Tito González Margaride, un atleta y amigo que ese mismo año, dos meses antes de los Juegos, sufrió una trombosis, que le dejó secuelas.

(Tito González Margaride era un atleta de 13:28.57 en 5.000, que compitió posteriorm­ente en paralímpic­os y fue medalla de bronce en los Juegos de Sydney 2000).

—-Corrió con el dorsal 404, cuyos números suman ocho, y la final de 1.500 metros fue el día 8 del mes octavo (agosto) aproximada­mente a las ocho de la tarde.

—-Sí, y en los Mundiales de Barcelona 1995, en pista cubierta, los encargados del hotel donde se alojaba la Selección me dieron la habitación 404, la de mi dorsal. Fue un detalle.

—-Y en los siguientes Juegos, otro podio olímpico, esta vez en Atlanta.

—-La plata de Atlanta le da más valor al oro de Barcelona. Por si alguien decía que había sido casualidad. Yo defendía el título y estaba muy

Al subir al podio estaba muy nervioso. ¡Mira que si me caigo y hago la gracia del día!”

bien, pero a falta de una vuelta se cayó Hicham El Guerrouj y tuve que saltar por encima de él como si fuera un triplista. Me cogió unos metros Morceli y ya fue imposible para mí. Vas al límite y si te sacan una pequeña ventaja se convierte en inalcanzab­le.

(Fermín Cacho es el único atleta español que ha subido a dos podios olímpicos: oro en Barcelona 1992 y plata en Atlanta 1996. Además, ha sido dos veces subcampeón mundial, en 1993 y 1997, y, en los Europeos, oro en 1994 y bronce en 1998).

—-Un cuarto de siglo de los Juegos de Barcelona. ¿Qué le parecen, vistos desde la distancia en el tiempo?

—-Ya ha pasado tiempo, sí… Tuvieron una organizaci­ón fantástica y lo mejor fueron los voluntario­s, que ayudaban en todo en la Villa Olímpica, en el Estadio, en cualquier sitio. Te facilitaba­n siempre las cosas. Demostramo­s que éramos capaces de hacer algo así de bien. Y, además de una muy buena organizaci­ón, conseguimo­s grandes resultados deportivos. En el Mundial de fútbol de 1982 la organizaci­ón fue buena, pero falló el resultado.

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