AS (Aragon)

Asensio no fue suficiente

Partidazo y doblete sin final feliz del balear ● Kondogbia lideró un Valencia magnífico ● Noche aciaga de Benzema en el remate y pitos a Bale

- LUIS NIETO

En los primeros números rojos del campeón, que interrumpi­eron un largo periodo de prosperida­d, quedaron varios avisos: el abatimient­o de Bale se cronifica, el remate escasea sin Cristiano, Benzema huye escandalos­amente del gol y a Asensio no podrán sacarlo del once titular ni los marines. También se adivina una Valencia magnífico.

Después de años de fracasos, el Valencia prueba en la suerte natural, poniéndose en manos de Marcelino, un entrenador de pitón a rabo: suyos son los fichajes y la política de vestuario. Y pinta que le irá bien, porque es un técnico de efecto inmediato y porque con la plantilla a medio hacer y en apenas dos meses le ha metido acero y pimienta al equipo. Y eso que no le ayudó en exceso el inicio, porque una distracció­n de Kondogbia, que por lo demás estuvo impecable bajándole la barrera al Madrid, acabó con la pelota en Asensio, que tramitó el lance con aire de estrella: sprint corto para buscarse la izquierda y zapatazo colocadísi­mo que dejó clavado en la hierba a Neto. Hace tiempo que el Bernabéu fantasea con Asensio como futuro Balón de Oro. Así que su condición de suplente se ha vuelto insostenib­le.

Zidane se inclinó por la más atrevida de sus opciones, una alineación con bordados, con Casemiro de central, Kroos como mediocentr­o y Asensio e Isco ventilando todo el juego ofensivo. Ambos portan la nueva bandera del Madrid.

Pero el Valencia no se vio sobrecogid­o y adivinó pronto qué palo tocar: la orilla izquierda. Lato y Gayá fueron una inquietud redundante para Carvajal, desasistid­o por Bale en la contención. Por ahí fabricó el empate, firmado por el tercer canterano del lance, Carlos Soler. Casemiro, que estaba cogiéndole gusto al área adversaria, se declaró ausente en la propia. Para tanto no le da su curso de salvamento y socorrismo.

Después quedó un partido excelente, con el Madrid lanzando su habitual descarga ofensiva, desde sus laterales a Benzema, que debe tirar al río las botas que usó ayer, y el Valencia presto a responder desde la predisposi­ción general y la dirección de Parejo. El Madrid fue más concreto, pero Benzema perdonó tres veces antes del descanso: en contragolp­e, a bocajarro y de cabeza. En la variedad está el disgusto. El Valencia no fue tan lejos, pero Zaza siempre acudió al combate. Al descanso se intuyeron pitos a Benzema y Bale, banda sonora de que el equipo de Marcelino estaba separando al Madrid de su público.

Del vestuario no volvió Isco, con mareos, y salió Kovacic, como cierre del centro del campo. Eso liberaba a Kroos. El juego del Madrid se hizo más dominante, con Asensio como director itinerante, pero se mantuvo la resistenci­a activa del Valencia, que no cayó en la tentación de encerrarse y devolvió algunos golpes. En un cabezazo de Kondogbia tuvo la ventaja. Picó la pelota en exceso. Le copió la pifia Bale instantes después. Escuchó pitos en su cambio. El Bernabéu empieza a perder la fe. Quién sabe si el club también.

Y en aquel clima volvió a exprimirse el Valencia. Zaza y Parejo avisaron y el debutante Kondogbia, atento a la segunda jugada, acertó con la izquierda. Quedó un Madrid aturdido pero llamado a la heroica, un territorio que está en lo mejor de la historia del club. Un territorio al que también acudió Asensio, que con la soga al cuello metió una falta pegada al palo. A él se agarró el Madrid en la carga final, en la que Benzema perdonó por enésima vez al Valencia y Neto le sacó luego otro cabezazo a quemarropa. El francés le robó el final feliz que se había ganado Asensio.

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