AS (Aragon)

“UN GRAN SITIO PARA GANAR”

- JUAN GUTIÉRREZ LA CRÓNICA

Alberto Contador probó otro imposible, impulsado por el recuerdo de aquella gesta de 2012, cuando dio un vuelco a la Vuelta con un ataque lejano en el Collado de la Hoz, un puerto inscrito en la gran historia del ciclismo para siempre. Contador señaló ese mismo punto en el libro de ruta de 2017. Ahí lo intentó con insistenci­a. No lo logró. El Sky quería ser el actor principal de la fiesta y no cedió su puesto en el cartel. En la última subida, Santo Toribio de Liébana, supimos por qué: Froome pisó el acelerador y le metió 21 segundos a Nibali. Un desquite a lo campeón tras su crisis en Los Machucos.

Contador lleva 18 días plenos de emociones, 18 etapas con las carreteras inundadas de pancartas en su honor, de gritos de ánimo y de súplicas: “No te retires”. Cada pedalada es un recuerdo. La ruta de ayer le transporta­ba a una de sus hazañas: su victoria en Fuente Dé, tras un ataque a 51 kilómetros. La ofensiva fue tan inesperada que no existen ni imágenes de TVE. Esta vez no hubo factor sorpresa. Hasta en la salida le preguntaba­n: “¿Cuándo vas a atacar?”. Y lo hizo en ese puerto talismán, hasta siete veces. De la Cruz salía tras él, también Superman López… Siempre encontró réplica. Detrás avanzaba el rodillo Sky. Sin piedad ni nostalgias. El último arreón vino en el kilómetro final, que seleccionó a todos los gallos. Ahí ya se vio a Froome responder en persona.

Sus ataques no fraguaron, aunque se cargaron en las piernas rivales. Los 3,2 kilómetros al 6,4% de la subida final no hubieran hecho normalment­e daño. Sí en plena guerra. Contador puso al frente a Stetina para disparar otra ráfaga, pero Moscon le espantó de la cabeza. Fuera intrusos. Poels aumentó la marcha. El Sky en estado puro. Y entonces Froome reventó los vatios. Sólo pudieron seguirle Contador y Woods. A cuatro segundos: Zakarin y Kelderman. Hasta que no pasaron 21” no apareció Nibali, que retrocede a 1:37 en la general. Al cruzar la meta, Contador y Froome se saludaron: “No te preocupes, que ya sólo me quedan tres días para revolver el gallinero”.

La rabia de Aru.

La Vuelta ofreció un 2x1. Al mismo precio. Por delante, veinte ciclistas en lucha por la etapa. Por detrás, esa pelea de gallos por la general. Dos grupos dispuestos a interactua­r entre ellos, si algún líder necesitaba un lanzador. No se dio el caso. El único que podría haber apoyado a su jefe fue Lutsenko cuando Fabio Aru abrió trecho en el Ozalba, el puerto anterior al martilleo de Contador. Pero Lutsenko estaba demasiado lejos, demasiado centrado en la etapa… Tampoco hay buen ambiente con Aru en el Astana. El sardo quiere marcharse al UAE y los kazajos no le abren la puerta. Únicamente Luis León le echó una mano cuando saltó a más de 40 km. Luego cabalgó solo contra el pelotón, contra su equipo, contra Superman, contra el mundo… Un golpe de rabia traducido a 12 segundos.

Lutsenko tampoco ganó. Estuvo cerca, pero se le anticipó Sander Armée, un belga de 31 años con un historial irrelevant­e: brilló como amateur en 2009, pero su progresión se frenó como profesiona­l. Sólo ha ganado la Flecha de Heist, en 2015. Eso no quita ni un ápice de mérito a su victoria. El primer español fue Rojas, quinto. Su cuarto top-5. El triunfo no llega y ya sólo restan tres días. Para salvar el honor y para añorar a Contador. Sander Armée levantó los brazos en la meta de Santo Toribio de Liébana: “Un gran sitio para estrenarme en una grande”. El belga, a sus 31 años y acostumbra­do a ser gregario, aprovechó “la libertad” con la que cuenta en esta Vuelta: “Éramos 20 en la fuga, pero tenía que ganar yo”.

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