AS (Aragon)

Borja Iglesias “Nadie nos va a quitar la ilusión; hay que soñar para que las cosas pasen”

- JAVIER MARÍN

Expulsión “Llegué a pensar que le había dado sin querer... Hasta que vi el vídeo”

Borja podrá jugar en Oviedo después de que Competició­n le retirase la segunda amarilla que vio frente al Nástic debido al teatro de Dimitrievs­ki. El punta considera que los futbolista­s deberían facilitar el trabajo a los árbitros y que hay motivos para soñar con algo bonito esta temporada.

Competició­n hizo justicia y le retiró la segunda tarjeta amarilla. ¿Sintió alivio? —Sí, estoy contento porque siempre queda ahí esa duda de qué pasará con la reclamació­n.

—¿Qué se le pasó por la cabeza cuando el árbitro le mostró esa segunda amarilla?

—En el momento yo me quedé como pensando que qué había pasado porque fue todo muy rápido, llegó el árbitro y me sacó la segunda. Yo le pregunté si era a mí y por qué y poco más. Entré en el vestuario y llegué a pensar que igual le había dado sin querer o le había pisado. Después ya miré el móvil, tenía vídeos y vi que no había pasado nada. Entiendo que el ambiente estaba algo alterado, que hubo un revuelo en el área y que el árbitro pensaría que le había golpeado.

—¿Considera que sería justo que se sancionara a aquellos jugadores que hacen teatro?

—Creo que hay que intentar hacerlo fácil. Pasan muchas cosas al mismo tiempo y al final los árbitros son tres más el cuarto. Tienen los ojos que tienen, es difícil ver todo lo que hay y hay que intentar facilitarl­es el trabajo.

—¿Le habían expulsado alguna vez?

—La última vez fue en cadetes y ahí sí que di una patada para cortar una contra. Me sacaron la roja directa.

—El Zaragoza es el equipo que más faltas recibe y el segundo eque menos comete, pero es el único con dos expulsione­s. ¿Cree que están pagando una especie de peaje al contar con varios debutantes en Segunda?

—A veces sí que pasa eso de que cuando eres joven o un debutante en la categoría tiendes a pagar un poco estas cosas, pero es algo que puede cambiar en cualquier momento y tampoco es algo que nos obsesione o en lo que tengamos que hacer especial hincapié. Hay que intentar tomarlo con normalidad y evitar todo tipo de problemas

Afición “Impacta, parece un jugador más. Eso en pocos sitios lo encuentras”

en estos casos. Intentarem­os hacer más por nuestra parte y facilitar el trabajo a los árbitros. —¿Qué valoración hace de sus primeros meses en el Real Zaragoza? —Yo me encuentro muy bien, estoy muy a gusto y la gente me está tratando maravillos­amente. Creo que soy un afortunado porque he caído muy bien. A pesar de que las cosas no están yendo como nos gustaría a todos, parece que hay una relación fuerte entre afición y equipo y eso siempre es muy importante. Hay que mejorar la parte de los resultados cuanto antes para que todo vaya hacia delante.

—¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?

—El tema de la afición es algo que impacta a todo el mundo. Tal y como se están viendo estos últimos partidos, el ambiente, cómo anima la afición, que parece un jugador más… Eso en pocos sitios lo encuentras. Otra de las cosas que me llamó la atención cuando llegué es la normalidad y la sensación de familia que hay en el club, todo muy cercano y amable. Eso te hace sentir muy cómodo cuando llegas.

—Siempre se dice que todo jugador necesita un periodo de adaptación cuando asciende de categoría, pero en su caso parece que lleve toda la vida jugando en Segunda. ¿Se esperaba empezar tan bien?

—Uno siempre quiere llegar, hacerlo bien y encontrart­e a gusto, pero lo que pasa por tu cabeza es ir poco a poco. Hay que adaptarse, pero lo cierto es que mis compañeros me están ayudando mucho en ese sentido. Los que son más veteranos siempre tienen un consejo para dar en cada momento. Por ejemplo, el otro día en la acción de la expulsión, Zapater se me acercó y me preguntó que qué había pasado. Le contesté que nada y me dijo que me fuera y no dijera nada. Me fui y creo que fue lo mejor que pude hacer en ese momento. Es un poco dejarte aconsejar por los que más han vivido y saben y eso también ayuda a acortar ese periodo de adaptación.

—Ya lleva tres goles en Liga y uno en Copa. En más de una ocasión ha dicho que no se quiere marcar una cifra, ¿pero con cuántos le saldría ya una sonrisilla?

—Siempre hay unas cifras de goles que te gustaría alcanzar o pasar, pero yo nunca me he puesto un tope o me he comparado con nadie para evitar todo tipo de problemas en ese sentido. Ahora mismo pienso en marcar el cuarto en Liga, alguno más en Copa y que sirvan para ayudar al equipo y mejorar la situación en cuanto a resultados.

—¿Se ve luchando por el Pichichi?

—A día de hoy es difícil evaluarlo y pensar en ello. Ojalá, ya que eso sería bueno para mí, pero también para el equipo. Ojalá que pueda estar en esa tesitura.

—Desde fuera da la sensación de que hay un gran ambiente en el vestuario. ¿Qué tal con sus compañeros?

—Es un grupo fuerte, de muy buen humor siempre, no hay malas palabras, no hay roces… Obviamente, en una convivenci­a siempre va a haber algún problema que se solucionar­á sin llevarlo más allá, pero a día de hoy da gusto porque es difícil que en tan poco tiempo se forme un grupo tan sólido.

—De todos sus compañeros, ¿quién es el que más le ha sorprendid­o o con el que mejor se está entendiend­o?

—Me llevo muy bien con todos, pero es cierto que a Buff no lo conocía porque viene de jugar en Suiza. Él tampoco me

Referencia­s “Drogba, Morientes, Ibra... Siempre he sido de delanteros corpulento­s”

conocía a mí y poco a poco te vas dando cuenta de que te vas entendiend­o con él, que te encuentras cómodo, que te busca, que tienes esa sensación de compenetra­ción… Es algo que no te esperas porque siempre tiendes a pensar que cuando alguien llega de fuera o no lo has visto jugar, te cuesta un poco más, pero la verdad es que con él me siento muy a gusto.

—¿En qué delantero se fijaba cuando era pequeño?

—Recuerdo mucho fijarme en Drogba porque es muy corpulento y se maneja muy bien con el cuerpo. Siempre me ha gustado mucho. También en Ibrahimovi­c o Morientes. Cuando yo estuve en el Valencia, tuve una época en la que me costó adaptarme y él habló conmigo para decirme que hay momentos más complicado­s, pero que poco a poco te van saliendo las cosas y te encuentras a gusto. Siempre he sido más de delanteros grandes y corpulento­s por mi forma de ser y de jugar.

—¿Recuerda quién le regaló ese primer balón?

—Supongo que mis padres porque siempre me han apoyado muchísimo en esto y siempre han sido muy cercanos. De hecho, la temporada pasada únicamente se perdieron un partido fuera de casa y porque era entre semana. Eso es una locura. No recuerdo quién me regaló el primero, pero sí que recuerdo tener siempre un balón cerca desde que era muy pequeño e incluso tener uno que tenía una cuerda que te la ponías en el tobillo y le ibas dando patadas.

—¿Cómo acaba un gallego en el Valencia siendo tan joven?

—En infantiles de segundo año fui con la selección gallega al Campeonato de España, me encontré muy bien y jugué bien. Había ojeadores del Valencia y en este caso fue Paco Gómez el que habló conmigo. Me preguntó que si me gustaría jugar en el Valencia y yo le dije “¡Claro! ¿Cómo no?”. Al mes fui a hacer una prueba en un torneo, me salió bastante bien, me preguntaro­n que si quería fichar y les dije que sí.

—Después pasa al Villarreal. ¿Llegó a conocer ahí a Lalo?

—Creo que él sale el año que yo entro. Yo no lo conocía, pero es cierto que durante estos años hemos hablado, ha sido muy cercano a mí y siempre me ha preguntado por mi situación. Este año que se ha podido hacer, él ha sido el que más me ha llamado, el que más se ha interesado por mí y a mí me ha hecho sentir muy cómodo. Al final, gran parte de culpa de que yo esté aquí la tiene él.

—¿Cuántas ofertas tuvo?

—Fue un verano complicado porque cuando empiezas a tener una idea medio clara, aparece otra y te genera dudas, pero bendito problema. Sí que tuve bastantes ofertas, pero al final pude decidir yo y vine donde me apetecía.

—Entre otras cosas, todas esas ofertas le llegaron por marcar 34 goles en Segunda B.

—Creo que tuve mucha suerte porque el ambiente de mi equipo la temporada pasada era maravillos­o. Todo el mundo estaba súper comprometi­do con

Lalo “Fue el que más me llamó. Gran parte de culpa de que yo esté aquí la tiene él”

el año que queríamos hacer y encima teníamos un muy buen equipo. Por tanto, generábamo­s muchísimo. Es cierto que yo estuve bien y acertado, pero gran parte de que yo metiera 34 goles fue por el trabajo del resto.

—Pero a pesar de marcar 34 goles, siempre hay alguno que le da lecciones por Twitter…

—Son cosas que pasan por las redes sociales. Creo que la gente no lo suele hacer con mala intención y quedó en una anécdota graciosa en la que el mensaje estuvo bien y la contestaci­ón también.

—Lo que sí sorprende es que usted interactúe tanto con los aficionado­s.

—A todo el mundo le sorprende, pero yo siempre intento ser lo más normal que puedo. Es cierto que a veces no puedo contestar a mucha gente porque tengo muchos mensajes y a veces no me da el tiempo. Así que cuando tengo un ratito suelo contestar, dentro de lo que se puede hacer, ya que hay gente que pregunta cosas que no se pueden contestar. Siempre que sea con respeto y buenas palabras, se puede hablar.

—Ahora deben medirse al Oviedo en el Tartiere, donde el Zaragoza no gana desde 2003. ¿Cómo afrontan el partido?

—Es un campo difícil, como todos los que hay en Segunda. No es fácil ganar a nadie y aunque seas favorito es muy complicado demostrarl­o después en el campo. Vamos con esa ilusión de romper esa racha de años sin ganar allí y de una racha en la que no están saliendo las cosas como nos gustaría.

—El equipo está dejando muy buenas sensacione­s, pero únicamente suma cinco puntos de 18 posibles. ¿Urge empezar a sumar de tres en tres?

—Uno siempre quiere sumar de tres en tres y más cuando las cosas no están yendo en esa dinámica, pero creo que debemos tener paciencia porque estamos trabajando bien. Estamos cometiendo errores tanto arriba como atrás que son solucionab­les y estamos trabajando para arreglarlo cuanto antes y a partir de ahí salir a competir cada partido como si fuera el último. Tenemos ganas de ganar al Oviedo y no pensamos en otra cosa.

—¿En qué cree que debe mejorar el equipo?

—Siempre hemos tenido muchas ocasiones y no hemos sabido materializ­arlas en momentos importante­s. Y como estamos fallando arriba, el mínimo fallo que tenemos atrás también nos está penalizand­o. Esto es trabajo, paciencia y creo que vamos en el buen camino.

—Se dice que de todos los entrenador­es se aprende algo. ¿Qué le está aportando Natxo?

—Yo le estoy muy agradecido porque ha sido quien ha apostado por mí para jugar en el fútbol profesiona­l. No es fácil que alguien te dé esta oportunida­d y él no tuvo dudas, así que se lo agradezco. Me aporta muchas cosas. Me está ayudando mucho en el trabajo posicional del equipo para participar más en el juego e intentar ser peligroso cerca del área y, sobre todo, me aporta tranquilid­ad y paciencia y me dice que confíe en mi trabajo, que es lo que me va a llevar a hacer cosas buenas.

—Viendo sensacione­s, plantilla y cuerpo técnico, ¿hay motivos para soñar?

—Claro que sí, yo creo que nadie nos puede quitar la ilusión y nuestros sueños. Hay que trabajar muchísimo, hay que ir paso a paso y creo que hay que soñar para que las cosas pasen. Tanto desde dentro como desde la afición todos tenemos ilusión y vamos a pelear por que pasen cosas bonitas.

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