La Euroliga se siente fuerte
Ayer arrancó la Euroliga. Por segundo año, con un formato ambicioso. 16 equipos, todos contra todos en 30 jornadas que dejarán ocho cuartofinalistas. Todo acabará el 20 de mayo de 2018 en el Kombank Arena de Belgrado. Los apostadores, en su mayoría, fían su dinero a Zeljko Obradovic, ganador de nueve Euroligas con cinco equipos diferentes. Un serbio modesto pero con una ambición desbocada que sueña con ganar su décimo título a orillas del Sava junto a su gente y que dirige al Fenerbahçe, gran favorito con permiso de CSKA, Olympiacos, Real Madrid o el nuevo Barça. Florece la Euroliga, que aglutina a los clásicos (Maccabi, Panathinaikos, Milán), los nuevos ricos (Khimki) y la ilusión de dos ciudades de baloncesto como Málaga y Valencia. La Euroliga es un proyecto en expansión. En sus planes, la ampliación a 18 equipos, e incluso a 20, habla de un plan a medio plazo respaldado por los clubes. Además, ha empezado a desarrollar un club privado de empresas y hasta se lanza con proyectos de innovación. Los jugadores serán controlados en entrenamientos y partidos por un GPS de última generación. Desaparecerán de las presentaciones los técnicos sobre la cancha. Sólo habrá jugadores. Un guiño al modelo NBA, aún lejano, eso sí, en los ingresos. Serán los mismos que el año pasado: 40.000 euros por victoria en la liga regular, 70.000 por triunfo en playoff y dos millones de euros a repartir entre los participantes de la Final Four de Belgrado, tierra de Obradovic que quiere conquistar, como Estambul, Doncic…
“...ES UN PROYECTO
EN EXPANSIÓN, CON
PLANES DE LLEGAR A