Ante el Eibar, el Madrid no fue armónico, sino largo y confuso
Aestas alturas de temporada suele aparecer la velocidad de crucero en los grandes equipos. Atrás quedan los despistes habituales en las primeras jornadas, la resistencia de rivales que parecen una cosa y serán otra al final de la temporada, los partidos de la selección clasificatorios para el Mundial de Rusia, los ajustes de la plantilla y los tres primeros encuentros de la Liga de Campeones,
que sirven para preocuparse o para pensar en febrero. Esta fase de la Liga suele caracterizarse por las victorias sin demasiado brillo del
Real Madrid y del
Barça. Han pasado tantas veces por esta clase de situaciones que a nadie extrañó el rendimiento de los dos favoritos al título frente al Málaga y el Eibar.
En términos estrictamente futbolísticos, ganaron con más distancia de la que merecieron. El Madrid se impuso al Eibar en un partido que la hinchada del Bernabéu ha visto mil veces. Gustó el equipo de
Mendilibar, que funcionó con orden y sin complejos. Dividió muchísimo la posesión y estuvo a medio pase, medio control, medio lo que fuera, de dar un susto al Real Madrid. Sin embargo, la victoria madridista pareció cantada durante toda la noche.
Dicen que a este Madrid le falta contundencia. Es cierto que ha concedido tres empates ---uno en la Copa de Europa con el Tottenham Hotspurs--y salió derrotado por el Betis. Demasiadas concesiones en el Bernabéu, donde se aflige el 95% de sus rivales. También es cierto que en ningún momento alcanzó el grado de excelencia que mostró frente al Barça en la y en buena medida contra el
Manchester United en la otra Supercopa, la de Europa, pero es muy raro atribuir problemas con el gol al Real Madrid. Lo normal es que ocurra lo que sucedió frente al Eibar: tres goles sin aparente esfuerzo.
Problema