AS (Aragon)

Con lo de Oyón las cosas no se han hecho bien; es el eterno debate, para bien o para mal”

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“Iñaki Williams es el último gran salto que da el Athletic como reflejo de la sociedad ante los que decían: ‘Cuando juegue un negro aquí...”

“¡Sabino, a mí que los arrollo”, que tuvo mucha trascenden­cia, quizá Belauste. Se le convirtió en el emblema de la furia española, de la Selección, y él era un nacionalis­ta terrible (risas). Había sido fundador del PNV y estaba en el ala izquierda… Pero bueno, Bata también fue muy icónico. Un goleador terrible. Porque frente a lo que la gente piensa, Pichichi en el Athletic metió como diez goles. Era más un driblador. Bata sí tenía, con Kubala, él récord de más goles en un partido, creo que con siete. Con todo, en esa primera época, por encima de todos está Zarra, el gran goleador del fútbol español hasta que llegó Messi y Cristiano. Su gol a Inglaterra también le llevó a las portadas de todos los rincones. —Usted habla de un fútbol, el primero, que se practicaba por empuje, y en esa zona siempre hubo delanteros fortísimos. —¡Venancio! No hay más que ver las fotos de aquella histórica delantera con Iriondo, Zarra, Panizo y Gaínza, que le ves y era el doble que cualquiera de los otros de ancho. Impresiona­nte. Había mucho componente físico. Y este trabajaba en una fábrica e iba andando a entrenar.

—¿A quién pondría usted por encima del resto en la historia del Athletic?

—De lo que yo he visto, tengo una santísima trinidad. Son Iribar, Rojo y Uriarte. Pero por encima de todos está Iribar. Nos salvó de muchísimas cosas malas que podían haber ocurrido.

—¿Y Rojo?

—Era exquisito, un futbolista más de este tiempo que de aquel, un zurdo bueno cuando los zurdos eran de verdad. Tenía una elegancia absoluta.

—¿Y qué tenía Uriarte? —Fidel reunía todas las condicione­s. Físicament­e era poderoso, tenía buena técnica y era un ganador nato. Se suele decir que nunca perdió un partido. Podía ir abajo 5-0, quedar tres minutos y estaba convencido de que lo ganaba. Y si me apura, de que lo ganaba solo. “Esto lo gano yo solo”, decía. Y eso representa ese carácter bilbaíno, el de nunca dar un paso atrás.

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