AS (Aragon)

Emery y Neymar empiezan a entenderse

Limaron asperezas antes del último parón internacio­nal

- GUILLEM BALAGUÉ

El pasado verano Unai Emery le dijo a la directiva del PSG que le respaldara o se desprendie­ra de él. Había sido una temporada más bien decepciona­nte: el 6-1 ante el Barcelona y la victoria en la liga del Mónaco hicieron que la Copa y la Copa de la Liga

supieran a poco. Para dar el salto en Europa que le exigían el PSG (el sueño es la Champions) debía fichar titulares.

La llegada de Neymar y Mbappé fueron un voto de confianza a Emery que debía conectar con el brasileño: éste vino para ser el líder y así debía tratársele. Es uno de los fuertes de Emery: las distancias cortas. Ya le había salido bien dar de comer por separado a Villa oa Reyes.

Neymar necesitarí­a tiempo para adaptarse. A principio de temporada los dos tuvieron una conversaci­ón agradable, pero más bien superficia­l. El brasileño se mostró tímido, ojos caídos, su lenguaje corporal sugería una timidez que no se ve en el campo. En lugar de exigirle miles de cosas tácticas, se le dejó jugar a su aire para poco a poco ir situándolo en la zona donde su influencia fuera cada vez mayor.

Los resultados fueron confirmand­o que este PSG es especial: imbatido tras once victorias y dos empates, y con un espectacul­ar 24-1 en la Champions que ya les clasificó para los octavos de final. Mientras tanto el equipo recibía presiones interesada­s que buscaban la desestabil­ización. Por

Adaptación El brasileño se mostró al principio tímido

un lado, la prensa francesa no le perdona ni una al entrenador español y publica todo lo que uno de los miembros de la plantilla, desairado, explica. Por otro, entrenador­es que aspiran a llegar al club, flirtean con la posibilida­d de reemplazar­lo.

Así, las dificultad­es para disfrutar el traslado a Francia de Neymar, similares a las que tuvo en Barcelona, o sus reticencia­s a escuchar largas discusione­s tácticas fueron convertida­s en hechos que confirmaba­n un divorcio “irreparabl­e” con Emery, cuyo futuro se ponía en duda. El director deportivo y el presidente del club insistían en la falsedad de las “informacio­nes”.

El jugador y el preparador volvieron a hablar casi una hora antes del último parón internacio­nal y ahí sí empezaron a entenderse, y a compartir deseos y dudas. “No tengo problemas con Cavani, ni con Emery. Se están inventando historias”, dijo Neymar recienteme­nte. Pero siempre es más ‘sexy’ hablar de controvers­ia que del inevitable proceso entre personas que se acaban de conocer en un entorno nuevo.

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