“Estaba más nervioso al subir al podio que en la carrera”
verdad es que no recibí ninguna notificación. Sí, me fui a correr allí, y cuando vine un coronel me dijo que me había desplazado sin comunicarlo no sólo fuera de la provincia, sino de España. Me acusó de desobediencia.
—Y acabó arrestado…
—Quince o veinte días, y sin poder entrenarme. Luego me dejaron ir a correr a una prueba en Barcelona y lo hice fatal. Y como de vez en cuando me daban permisos para competir, hubo un día que me dijeron que había hecho pocas guardias, y que tenía que recuperarlas, y me pasaba todo el día haciéndolas.
—Barcelona. Allí fue campeón olímpico. Y su imagen se ha convertido en un icono del atletismo y del olimpismo español.
—Un sueño. Cruzar la línea de meta y saberte campeón olímpico. —Un adelantamiento parecido lo había hecho en el Campeonato de España de 1990. Era arriesgado, pero vi el hueco y me protegí un poco con el brazo derecho. Cuando pasé por la mitad de la recta final, a la altura de donde estaba situado el podio, pensé que algo muy raro tenía que pasar para no llevarme la medalla de oro olímpica.
—¿Y cuando subió a lo más alto de ese podio?
—¡Mira que si tropiezo o algo así! Lo mismo hago la gracia del día, ya ves. Estaba muy nervioso. Más que cuando el juez dio el pistoletazo de salida.
—Veinticinco años han pasado desde entonces.
—España demostró que era capaz de hacer grandes cosas. La organización fue fantástica y los resultados, magníficos, los mejores de la historia.
—Cuatro años después volvió usted a subir a un podio olímpico. Lo consiguió en los Juegos de Atlanta.
—Por si alguien decía que era casualidad lo de Barcelona…
—Dos medallas olímpicas seguidas no están al alcance de cualquiera.
—La plata de Atlanta le da aún más valor al oro que había conseguido en Barcelona. Yo estaba muy bien, pero a falta de una vuelta se cayó El Guerrouj, tuve que saltar por encima de él, Morceli me cogió distancia y ya fue imposible para mí. Si vas al límite y te ocurre eso, ya es inalcanzable.
Barcelona 1992