Sería recomendable que los jugadores no desdeñasen ninguna porción de esta cosecha
No nos empachamos porque la primera sonó a novedad y las otras tres fueron regalos inesperados que nos hicieron desde la periferia tinerfeña y coruñesa. Y también porque
Cruyff es lo más parecido a un Dios que ha tenido la religión azulgrana. No por casualidad la historia del Barça, como la humanidad, se divide en dos eras: Antes de C. y Después de C.
Con la llegada del más querido de sus apóstoles, que ahora se dedica a predicar el evangelio Cruyffista en las nubladas tierras británicas, el
Camp Nou vivió años de abundancia, igual que sucedió en
Egipto tras el sueño bíblico de
Josué. Las siete espigas gordas y las siete vacas robustas que soñó el copero del faraón vienen a ser las siete ligas que en los últimos diez años habrá sumado el Barça. Añádanle tres Copas de Europa y seis del Rey.
En la segunda parte de ese sueño Josué vislumbró también siete espigas consumidas y siete vacas esmirriadas, lo que permitió a los precavidos administradores del faraón llenar las despensas y no despreciar ni una fanega de trigo ante los tiempos de escasez que se avecinaban.
Tras la cruel eliminación europea en Roma, el barcelonismo corre el riesgo de caer en el desdén, como si después de haber saciado el estómago durante una década hubiésemos olvidado el transitar de los sesenta a los noventa, 30 años en los que pasamos más hambre que un maestro de escuela.
A la espera de que los actuales administradores del Barça vuelvan su vista a las enseñanzas que nos dejaron Cruyff y Guardiola, sería recomendable que los jugadores no desdeñasen ninguna porción de la actual cosecha. Esta noche hay en juego un histórico doblete. Los que tenemos algo de memoria y bastante hambre atrasada no dejaríamos ni las sobras sobre el mantel.