AS (Aragon)

“Admiro mucho más a mihija como persona que por sus logros deportivos”

Toñi, madre de Carolina Marín, recibió a As en la casa donde creció la onubense “Es una deportista única”

- JUANMA LEIVA HUELVA

El Europeo que se está disputando en Huelva con Carolina Marín como gran protagonis­ta está significan­do un regreso a las raíces de esta referente del deporte español. Y esos inicios nos llevan a un barrio onubense de clase media, Santa Marta, donde vivió en su niñez. Toñi, su madre, recibió amablement­e a As en la casa en la que creció la campeona olímpica para arrojar luz sobre cómo se forjó esta pionera. Y entre los trofeos, medallas…que guarda, aclara: “Admiro a mi hija, pero mucho más por la persona en la que se ha convertido que por estos logros”.

Tanto Toñi como el padre, Gonzalo, hablan de su hija con una emoción que contagia. “Siempre ha estado orgullosa de su tierra, su Huelva. Y cada vez que la prensa se refiere a Carolina como la onubense, sus paisanos la sienten como suya. ¿Qué me dicen a mí? Pues lo que más: ‘¡Viva la madre que la parió, que sin ti no la tendríamos!’. Y es verdad…”, cuenta Toñi entre risas.

“Imagínese que su hija tiene en su ciudad un pabellón con su nombre, el orgullo que es eso”, dice el padre. Una historia que comenzó cuando Carolina, con ocho años, llegó un día a casa y comentó que ella y sus amigas habían descubiert­o un deporte que les gustaba: el bádminton. “Ni sabía lo que era, ni lo había escuchado, y ahora para mí no existe otro deporte”, explica Toñi. Gonzalo, por su parte, se sincera: “Al principio era malísima, para qué voy a mentir, pero sí que se le veía algo”.

Su madre “¿Qué me dicen sus paisanos? ¡Viva la madre que la parió!”

Un shock.

Pero pronto empezó a destacar, a ganarle a niñas mayores y a disputar campeonato­s. Y algo les chocó mucho. “Ella era una niña muy dulce y abierta, que no decía una palabra malsonante, que no contestaba a sus padres... Y en la pista se transforma­ba. De repente le veíamos enfadarse, romper raquetas... ¡Con qué disgusto

volvíamos a casa! No sólo no disfrutába­mos, sino que hasta nos planteamos si estaba siendo bueno para ella. Pero Carolina nos pedía que no se lo quitásemos”. Un carácter fuerte que le llevó a la cima: “Yo también tengo personalid­ad, pero creo que le viene de su abuela materna, una mujer muy luchadora a la que adoraba”.

Y así, a los 14 años, le llegó la oportunida­d de ir a Madrid para continuar su carrera.

“Fue un mal trago, no estábamos seguros, pero a mí me convenció con lo primero que nos dijo: ‘Mamá, papá... dadme esta oportunida­d. Y yo pensé que no estaba echando a mi hija a la calle, sino que le estaba proporcion­ando una opción de progresar. Y si iba mal, pues siempre podría volver. Creía que a la semana tendríamos que buscarla”. “Recuerdo cómo lloramos en el viaje de vuelta”, admite Gonzalo.

Pero ahí volvió a demostrar su fortaleza y empezaron a llegar sus éxitos, el “momentazo” que significó alcanzar el primer Mundial o posteriorm­ente el oro olímpico. Una carrera que le ha llevado a ser el orgullo de su tierra, del deporte español y, por supuesto, de su familia: “Carolina sólo hay y habrá una. Ella es única”.

Su padre “Imagine el orgullo de que a su hija le pongan un pabellón con su nombre”

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 ??  ?? SU HABITACIÓN. Toñi posa sentada en la cama de Carolina. En la habitación guarda muchos de sus trofeos y colecciona los peluches que entregan a su hija en los podios de los torneos.
SU HABITACIÓN. Toñi posa sentada en la cama de Carolina. En la habitación guarda muchos de sus trofeos y colecciona los peluches que entregan a su hija en los podios de los torneos.
 ??  ?? TESORO. Sus padres tienen recuerdos de sus victorias: aquí, del Superserie­s de Malaisia.
TESORO. Sus padres tienen recuerdos de sus victorias: aquí, del Superserie­s de Malaisia.
 ??  ?? MUSEO. En el salón, varias estantería­s acumulan los trofeos de Carolina.
MUSEO. En el salón, varias estantería­s acumulan los trofeos de Carolina.
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