25.000 atléticos vibraron en el Wanda Metropolitano
El sentimiento rojiblanco no entiende de distancias. Y el corazón colchonero menos. Y así el Wanda Metropolitano se vistió anoche de puro rojiblanco. A 1.200 kilómetros de Lyon la afición respondió. Montó una fiestón por todo lo alto por su tercera Europa League y vivió, fiel a su manera, otra noche histórica. Con coraje y corazón llegó el primer título celebrado en la corta vida del nuevo estadio. Fue el clímax rojiblanco. La liberación más pura de la adrenalina y la emoción contenidas.
Vibró el fortín rojiblanco con su Atleti desde el minuto 1. Bufandas al viento. La grada botando. El himno a capella. Ya hacia el final también alguna que otra lágrima. Y para redondear, buena entrada: 25.653 almas rojiblancas entregadas.
Explosión de alegría con el gol de Antoine Griezmann que encarrilaba la final en el minuto 21. Y locura total con el segundo en el 49 que la sentenciaba. Y todo con la grada coreando su nombre al ritmo que marcaba la megafonía. Cuando llegó el tercero de Gabi, el gran capitán, el desmadre fue ya absoluto. La guinda para una noche perfecta.
En la previa, con los ánimos algo más calmados, división de opiniones sobre Griezmann, pero en cuanto rodó la pelota, el debate quedó aparcado. Primero la final y luego lo demás. Todos a una. Con el pitido final, carrusel de elogios hacia el francés. Y dos mensajes claros. Del “¡Grizi, quédate!” al “¡Aquí serás Dios y allá un segundón!”.
“Hoy ha cumplido”, sentenciaban.
Y con Simeone en un palco por sanción, confianza ciega de la afición también en el Mono Burgos. “Desde que salió de la alcantarilla en aquel anuncio sólo vamos para arriba”, bromeaban en una previa que vino marcada por himno gaitero y tamborilero.
La noche fue histórica en el fortín rojiblanco. Lyon le debía una al Atlético. Torres alzó su primer título atlético. Y el Metropolitano rugió. Con Neptuno esperando tridente en mano. Desde ayer ya se siente tricampeón europeo. Europa
El primer tiempo de la final es para olvidarlo, pero en el segundo se volvió a ver la mejor versión del Atlético de Simeone. Lo que nadie puede cuestionar es que Griezmann ya puede comer en la misma mesa de Cristiano y Messi. Fue fundamental, marcó las diferencias y, desde luego, en la fiesta de mañana en Neptuno se va a convertir en el epicentro de todos los cánticos y ruegos de los aficionados atléticos pidiéndole que se olvide del Barcelona y siga siendo la estrella del Atlético al precio que él quiera. Este Atlético de Simeone sigue haciendo historia y lo cierto es que ayer en Lyon dejó claro que lo del Qarabag fue un accidente y que el año que viene en el Metropolitano va a por la Champions.
Griezmann Después de sus dos goles la afición estalló: “¡Quédate!”