AS (Aragon)

“De todo lo que he ganado, sin duda esto es lo mejor”

Torres emocionó a las 50.000 personas que le aclamaron en Neptuno

- PATRICIA CAZÓN MADRID REPORTAJE GRÁFICO: JESÚS ÁLVÁREZ ORIHUELA, CHEMA DÍAZ, EDUARDO CANDEL, RAFA APARICIO Y DANI SÁNCHEZ

Cuando Gabi tomó el micrófono, Neptuno ya tenía la bandera al cuello y una bufanda atada en la mano. Se la habían puesto los tres capitanes, Gabi, Godín y Koke, y un cuarto, Torres que le tocaba, lo besaba, le susurraba algo, muchas veces, eso que llevaba toda la vida pensando, ensayando. Y a Torres precisamen­te le habló Gabi, dirigiéndo­se a 50.000 personas en Neptuno: “Este título va dedicado a Fernando, que es el Atlético de Madrid”.

Un Torres que fue el siguiente en hablar, como pudo, como le dejaron la afonía y las lágrimas: “Hace 22 años yo estaba ahí, era un niño de 11 años, y soñaba con estar aquí”. Pausa, saliva: “Durante toda mi carrera he ganado muchas cosas pero sin duda esta es la mejor, sin duda”. Vuelve a detenerse. Mira a Olalla, a los niños, a Isra, su hermano, ahí enfrente, entre las vallas y la fuente. Sigue. Ya llora, no puede evitarlo, no puede: “Para todos los niños que tengan sueños: nada es imposible, y si eres atlético, menos”. El Lolololo abrazó en Neptuno. Lo había hecho pronto, cuando a las 20:29 su autobús tomó el último repecho a la fuente, precedido por las campeonas, el Femenino. Lolololo. Comenzaba la fiesta: ayer las bufandas se ponían como corbatas, con ceremonia. Sonaba el Sa-tis-fac-tion cuando el primer equipo comenzó a desfilar, Mono Burgos en cabeza. Cuando a Torres le tocó salir, lo hizo despacio, viviendo, paladeando eso que tanto soñó. Neptuno. Dio la vuelta completa. Luego agarró el micrófono con Koke para cantar el Obi Oblak y dejar uno de los momentos: el salir imperturba­ble del portero. Que Costa inaugurara la pasarela (pasillo de collejas, lenguaje Profe) fue otro. Por ahí les tocó ir a todos los demás. Griezmann, a quien la afición recibía con aplauso, no dejaba de saltar. De aquí para allá. Durante la tarde, Cerezo no había dejado de mimarle. Ahora la hinchada. Y Lucas. Agarró el micro y cantó lo que todos querían decirle: “Griezmann, qué-da-teee”.

Y volvieron a corearlo, muy alto, después de que Gabi llegara con el trofeo, música de Star Wars, después de Torres y El Momento. Y también después de Simeone, que cerraría en Neptuno el día que habían abierto los Prebenjami­nes A, quienes estrenaron esa alfombra roja por la que pasarían todos los campeones, ellas y ellos. “Es un grupo que eleva a cualquier profesiona­l”, dijo. “Hay una enseñanza: nos dicen que hay dificultad­es en la vida, pero estos tipos las transforma­n en oportunida­des”. Cuando calló, la afición pidió a Griezmann. “Que hableee”. Pero no lo hizo. Subió la música, Maneras de vivir, última foto. A Torres, en ella, seguía corriéndol­e la emoción entre las pecas.

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