Klopp “El Madrid tiene la frialdad del hielo en la Champions”
Una piña “No podemos estar más unidos. El éxito hace el grupo y viceversa”
Jürgen Klopp habló con As en Marbella, donde se llevó al Liverpool tras una temporada durísima para descansar y recordar lo esencial que ha hecho tan competitivo a su equipo. Un buen rato con el alemán en la terraza del hotel en la que es su única entrevista individual antes de la final de Kiev. ➥
Hola Jürgen, estamos en Marbella. ¿Oye eso?
—¿Los pájaros?
—Sí, los pájaros. En la Selva Negra, su lugar de origen, ¿era usted el típico niño que sabía qué ruido hacía cada pájaro?
—No, no. No era ese tipo de chico, por desgracia, aunque tenía algunos amigos que probablemente eran buenos en eso. Lo único que sabía es que había una gran cantidad de pájaros y que la vida era sencilla y fácil en esos días, y parecía que siempre hacía buen tiempo. Teníamos veranos e inviernos de verdad, y ambos se sentían como tales, pero eso fue hace mucho tiempo.
—Glatten, el pueblo donde nació, está rodeado de naturaleza y, como ha dicho, era un lugar tranquilo y lento. ¿Es así?
—Para un niño era un lugar fantástico para crecer, pero un poco aburrido para un adolescente, aunque no era un gran problema porque entrenaba cuatro o cinco veces a la semana. No tenía demasiado tiempo para otras cosas. Fue brillante. No puedo decir nada malo del periodo escolar porque fue muy bueno. Todavía me gusta regresar, pese a que no sucede muy a menudo. Pero cuando estoy allí siempre es agradable, recupero un montón de recuerdos.
—Visitaron Marbella porque imagino que buscaba algo. ¿Recargar baterías, tal vez, o crear vínculos en la plantilla?
—No necesitamos crear vínculos, como equipo ya estamos tan unidos como es posible. Tampoco es el tiempo, el clima es bueno en Inglaterra, pero necesitamos un momento colectivo para centrar los esfuerzos. Cuando estamos en casa y con el día libre, invariablemente los jugadores se dedican a hacer un montón de cosas y yo quería que pasaran aquí unos días para hacer lo mínimo, para recargar las baterías, entrenar bien, tener reuniones tácticas y todas estas cosas. Nos queda una semana y parte de la preparación es la recuperación. Estuvimos aquí tras el partido con el Oporto en Champions y volvimos con las piernas y la cabeza frescas. El hotel es muy bueno y el campo de entrenamiento, excepcional.
—¿Se acuerda de algún punto en que pensara: “Ya hemos llegado, todo está funcionando”? —No hubo ningún momento concreto. Tuvimos, como siempre en un club grande, una muy intensa pretemporada. Fuimos a Hong Kong, un lugar muy interesante y agradable si tienes tiempo libre, pero no es ideal para la pretemporada porque sólo tienes opciones de entrenar o hacer cosas para el club, hay poco descanso. Y me impresionó cómo el grupo llevó las dificultades. Todo fue trabajo y vi que los chicos lo aceptaron de buen grado. Ahí sabía que teníamos las bases de un grupo majo. Y luego, claro, el éxito hace grupo, o el grupo hace éxito. Y como todavía no nos había llegado el éxito, el grupo se fue formando y es nuestra base. Es genial tener a estos chicos a tu alrededor. Es una bonita mezcla, hay muchos ingleses con una actitud fantástica, que saben las obligaciones y responsabilidades necesarias en el fútbol inglés, y luego los de otras partes del mundo que aportan color, culturas diferentes. E ir bien en Champions crea todavía más unión.
—Se les ve sonreír mucho paseando por el hotel. —No puede ser de otro modo. Tuvimos presión hasta el último partido de Premier, nuestro cometido real era clasificarnos para la Champions y parecía que lo teníamos hecho un mes antes del final. De repente, perdimos a jugadores muy importantes por lesiones y los resultados no salieron bien, perdimos intensidad. La Champions fue increíblemente tensa y no acabábamos de dar el último paso. Cuando sonó el silbato del último encuentro de Liga, con la clasificación para la Champions confirmada, sentimos un gran alivio, más que felicidad. Ahora queda la final, sabemos qué somos y estamos fuertes, nos estamos preparando. Esto no significa que vayamos a ganar, pero nuestras posibilidades serán mayores. —La forma en que le dijo a Trent Alexander-Arnold que iba al Mundial es parte del estado de bienestar que usted crea. Hace que la gente esté a gusto. —El seleccionador Southgate me llamó y me dijo que se lo podía contar. Quería hacerlo cuanto antes, pero tenía una rueda de Prensa, los chicos ya se habían ido y la siguiente vez que le vi estábamos en el autobús para ir al aeropuerto, sentado junto a Woodburn. Pensé que ya lo sabía. Fui hasta ellos y pregunté: “¿Cuándo se anuncia la selección?”. Y Woodburn dijo: “Pronto”. Le pregunté a Trent si tenía algo previsto para el verano. “No”, me dijo. Y le solté: “Yo sé lo que estarás haciendo este verano. Vas a Rusia, al Mundial”. No hubo abrazo, se bromeó y ya está. Empezó a enviar mensajes a la familia y le tuve que parar: “Eh, que no es oficial todavía”. Estuvo muy chulo. Es un chaval de 19 años, ha jugado partidos fantásticos, nos ha ayudado mucho, ha marcado goles importantes y ha defendido como un león. Es merecido y una fantástica experiencia. —Muchos quieren saber la fórmula de su éxito. He oído mucho acerca de lo que le influyó su padre. Que le apretó mucho. Que no le dijo “bien hecho” demasiadas veces.
Kiev “Nos queda la final y sabemos lo que somos. Nos sentimos fuertes”
—(Risas). Teníamos una buena relación, era como tener un entrenador 24 horas, siete días a la semana.
—¿No es confuso cuando se trata de su padre también?
—Nunca lo diferencié. Un padre es una especie de entrenador de la vida. Fue mi entrenador de la vida, del tenis, del fútbol, del esquí... De todo eso, junto. No me pudo ayudar mucho en la escuela. Nació en 1933 y en ese tiempo la escuela era algo en lo que no confiabas, especialmente cuando eres el hijo mayor. Creo que tenía 12 años la primera vez que alguien pensó en llevarlo a la escuela, así que aprendió todo por sí mismo. Al final hasta hablaba inglés, lo que era bastante raro. No podía ayudarme mucho con los deberes, pero en lo demás trató de ser una gran influencia.
—Roberto Carlos tuvo un padre como el suyo, de él nunca recibió un “bien hecho”, ni siquiera cuando ganó la Copa del Mundo. Le llamó para decirle: “No hiciste bien esto en la final”. ¿Le suena familiar?
—Por supuesto. La generación de mi padre fue influenciada por sus padres y abuelos, que pasaron tiempos muy difíciles y lo más duro estaba por llegar. Eran todos un poco así. Tenía que caminar diez kilómetros al día para conseguir patatas para sus cuatro hermanas y su madre. Yo lo sabía todo, nunca me enfadé con él mucho tiempo. —Al mismo tiempo, ¿ha roto esa cadena con sus hijos?
—Sí, pero fue fácil. El sentido común es mi gran fortaleza y siempre fue así, por lo que puedo explicarme los problemas a mí mismo, y tuve muchos durante un tiempo, y llegar a una solución. Así es la vida, aprendes de tus errores o de los de los demás, y eso hice. Me di cuenta de la verdadera situación con mi hijo menor, cuando hacíamos los deberes o algo, y reaccioné de manera similar a mi padre. Pensé: “Guau”. Me di cuenta y le puse fin inmediatamente. Fue un impulso y lo paré enseguida.
—¿Lo hizo a propósito? ¿No quiere ser parte de eso?
—No tenía tiempo para ello y es verdad que nunca quise entrenarle. He visto casi todos sus partidos, tiene mucha energía, pero no siempre salen las cosas bien. Nadie es perfecto. No es un problema si cometes un error, lo es si no te das cuenta y lo repites una y otra vez.
—Usted quería ser médico. ¿Por una necesidad de ayudar a los demás?
—No sé bien por qué quería hacerlo, pero me interesaba. En Alemania no se puede estudiar medicina con mis calificaciones. Pero cuando estaba en el Bachillerato, surgió la posibilidad de pasar un examen e ir a la universidad sin tener notas altas. Si salía bien, podía estudiar medicina. Quise prepararme, pero el fútbol se interpuso.
—Compaginó el fútbol al principio con otros trabajos. ¿Qué trabajos tenía?
—Trabajaba en un bar.
—Tiene pinta de buen ‘barman’. —¿Sí? (Risas). Mi abuela tenía una fábrica de cerveza y muchos de mis tíos y tías tenían restaurantes y bares. Yo sabía cómo servir la cerveza, en Alemania es algo importante. Eso era por las noches, por la mañana trabajaba en un almacén de películas. Era un trabajo realmente duro, tres horas por la mañana, los carretes de películas pesaban un huevo... Así que trabajaba, jugaba al fútbol y estudiaba. Estaba bastante ocupado.
—No había dinero para todo y tenía una familia joven de la que cuidar. ¿Le motiva pensar en aquellos años, que no quiere regresar a todo eso?
—Hace mucho tiempo que dejé esas preocupaciones. Pero es verdad que no teníamos mucha pasta, no podíamos gastar mucho. Pero nunca dudé mi futuro, eso es muy importante. Cuando te cortan por la mitad tu tarjeta de crédito porque no tienes suficiente dinero no es agradable, pero siempre hay una solución. No tengo miedo a volver a eso, pero muchas cosas deberían ir mal para que suceda...
—¿Le motiva pensar que las cosas pueden ir mal?
—No, son pensamientos de cuando era jugador veterano. Invertí mucho tiempo jugando al fútbol y estaba claro desde el principio que no iba a tener una carrera decente. Así que estaba en Segunda, donde en aquellos tiempos no se ganaba mucho dinero, pero al mismo tiempo, al ser tan intenso y dedicarle tanto tiempo, te mantiene lejos de un trabajo mejor pagado. Cuando tuve 32 o 33 años hubo un periodo en el que no estaba muy seguro de qué hacer a continuación. Y entonces llegó la oportunidad de convertirme en entrenador y mánager, y eso, obviamente, fue muy bueno para mí.
—¿Sintió, como jugador, que estaba preparado para ser entrenador?
—Preparado no. Quería hacerlo, pero no estoy seguro de si estaba preparado. No sé si lo estoy todavía... Empecé en realidad con 20 años, cuando fui entrenador de niños de diez y once años en Frankfurt. Me encantó la experiencia. Estudié ciencias del deporte, pero desde muy joven sabía que quería ser entrenador. Pero también que, con mi experiencia como jugador modesto, tenía que dar muchos pasos antes de ganar dinero de verdad. Tuve la suerte de que el Mainz pensó que era una buena opción y me dio la oportunidad.
—¿En qué momento decide qué tipo de fútbol le representa mejor? Me pregunto si su gran referencia fue Wolfgang Frank, su entrenador en el Mainz. —Cuando empecé no aprendí nada sobre el fútbol que me gustaba, todo era: “¿Cómo podemos conseguir los puntos?”. Y Frank me inspiró, no tanto en la idea de un fútbol emocionante, pero sí en la organización. Cómo organizar un equipo para no perder, porque cuando me convertí en mánager perdimos muchos partidos. No se trataba de entretenimiento y “ahora vamos a jugar al fútbol para enamorar”, al principio todo se basaba en la organización. Todavía se trata de organización, debe ser siempre la base de la libertad, de ser valiente.
—Su fútbol podría describirse como un caos organizado. —(Se ríe). Sí. Caos organizado, no está mal. Pero la parte organizada debe ser tu propio equipo y la parte del caos, al
Ser médico “No sé por qué, pero me interesaba. Pero el fútbol se interpuso...”
Trabajos “En mis inicios trabajaba en un bar y en un almacén de películas viejas”
Su estilo “Podría ser un caos organizado. Para crear caos necesitas jugadores buenos”