“Queremos perfiles como el de Anna, Elisa Aguilar, Isa Sánchez...”

porque he demostrado que lo merezco”, explica Montañana, que llegó al Montakit Fuenlabrada de la mano de su presidente, José Quintana, y de su entrenador, Néstor García. “Aparte de la parte técnica, él creía que podía aportar otras cosas: disciplina, gestión de grupo… Cree mucho en la mujer y buscaba una entrenadora. Llamó a Valdemoro para pedirle consejo y ella le dijo que yo era la indicada. Cuando nos conocimos hubo una conexión instantánea”.

El 11 de febrero, Montañana se convirtió en la primera mujer que se sentaba en un banquillo ACB. “Desde el primer día me trataron como uno más. Eso me permitió ser yo misma. Al haber sido jugadora tienes conexión directa y rápida con ellos”. Paula Ginzo, internacional con la Sub-20, le pedía consejo. “No os impacientéis. Las cosas llegan a su tiempo, hay que tener paciencia”.

A pesar de que entrenar en la ACB era un sueño, tuvo dudas. “Me planteé si me estaba equivocando. Antes de irme les escribí una carta a mis padres explicándoles que mi deseo era mayor que lo que dejaba atrás y que esto no era solo para mí, sino para todas nosotras, para que nos diéramos cuenta de lo que podemos hacer”.

Montañana fue una pionera en España como Becky Hammon, ayudante de Popovich en los Spurs, lo es en EE UU. “Será la primera entrenadora en la NBA. Está preparada y lo dice todo el mundo. Muchas veces las mujeres hacemos nuestro trabajo un poco a escondidas, pero nos hemos dado cuenta de que tenemos que ser visibles. Lo extraordinario hay que normalizarlo”.

Montañana tuvo el mejor ejemplo en casa. “Mi madre trabajaba en un sector muy machista, en el del acero. Fue la primera en tener un cargo en su empresa. Es una figura para mí”. Mujeres que inspiran para romper barreras.

Garbajosa