Alaphilippe: espectáculo y rock and roll en la montaña
Lleva dos victorias y porta el maillot de topos rojos
Julian Alaphilippe es el nuevo ídolo de los franceses, doble ganador de etapa en este Tour y el líder de la montaña. Siempre al ataque. Puro rock and roll: “Me inspira mucho la música. Toco la batería de oídas. De pequeño estudié solfeo, pero no me gustaba nada”. La influencia le viene de su padre, director de orquesta. El propio Jacques (o sólo Jo) debió sacarle de la escuela por su “mal e hiperactivo” comportamiento y le matricularon a distancia tras completar el segundo grado obligatorio en Francia.
Con 18 años trabajó como mecánico en una tienda de bicis: “Intentaba conseguir un poco de dinero (entre sus caprichos figura un Porsche), no tenía tanta afición ni dedicación por los deportes”. También se entrenaba de noche por su barrio de Montluçon y practicaba ciclocross, modalidad en la que se proclamó subcampeón del mundo júnior: “Me aportó técnica y me sirvió para saltar al Armée de Terre en 2012 al tomármelo más en serio”. Pasó a profesionales en 2013 con el filial del Quick Step, el Etixx-iHNed.
A los 26, cumple su quinta temporada con el equipo belga: “Me siento como en casa, saben lo que necesito para desarrollarme como persona y corredor”. Es decir: libertad. “Me encantaría conquistar grandes vueltas, aunque de momento sólo me veo para las carreras de una semana y para cazar parciales y clásicas”. Ya suma un Tour de California, una Flecha Valona, un triunfo en la Vuelta y dos en el Tour: “Poco a poco. Quiero que aumente mi palmarés con importantes victorias”.
Contrastes. En el pelotón le han colocado la etiqueta de nuevo Valverde por su excelente punta de velocidad cuesta arriba: “Se trata de un magnífico ciclista, con un excepcional historial. Ojalá llegue a conseguir sus éxitos en las Ardenas”. Por su carácter mediático tampoco se libra de las comparaciones con Voeckler: “Otro al que respeto muchísimo”. Sin embargo, zanja con cierta arrogancia: “Yo soy yo, Julian Alaphilippe”.