AS (Aragon)

Justin Kluivert, digno heredero de su padre

En 1998 marcó en el Bernabéu

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La primera vez que Patrick Kluivert pisó el Bernabéu, el 19 septiembre de 1998 con el Barcelona, marcó un gol; ocho meses y 16 días después, nacía Justin Kluivert en Ámsterdam… Hoy, el hijo mayor de uno de los delanteros más importante­s de la historia de Holanda jugará donde lo hizo su padre, en el Paseo de La Castellana, y lo hará convertido, a sus 19 años, en el nuevo crack del

Roma. “Es uno de los talentos más luminosos de Europa”, dijo Monchi en su presentaci­ón, tras pagarle 17,3 millones al Ajax y adelantars­e a la tropa de clubes que pretendía a este extremo zurdo, bajito (1,71 metros) y de latigazos. El Ajax lo vendió, pero a la fuerza.

Es la última gran joya salida de De Toekomst y rápidament­e, con 17 años, debutó como ajaccied en la Eredivisie y la Europa League (ante el

Legia de Varsovia). Acaba de empezar 2017 y todavía se le empleaba a todos los niveles. En marzo de ese año, Justin Kluivert estaba en el Di Stéfano de Valdebebas jugando los cuartos de final de la UEFA Youth League… Su salida, ahora que es internacio­nal absoluto, ha dolido aún más en Ámsterdam porque Overmars, jefe del Ajax, se tiró nueve meses negociando su renovación con Raiola. El intermedia­rio no sólo pedía que el chico fuese el mejor pagado del equipo (1,5 millones de euros netos), también quería el 20% de un futuro traspaso y otro 20% para el propio jugador. A Justin Kluivert sobra confianza (“No me pesa llevar este apellido en la camiseta”, dice) y simboliza a la perfección el nuevo prototipo de futbolista moderno: firma sus autógrafos con su cuenta de Instagram (@justink_). Y no parece ser humo. El analista y exfutbolis­ta holandés Johan Derksen avisó de lo que venía cuando Kluivert hijo debutó. “Justin es mejor que Bergkamp a su edad…”. Di Francesco, casi como ha hecho Lopetegui con Vinicius, va con mucho tiento. Sólo le ha dado 73 minutos, pero en Trigoria se frotan las manos con él... le

La incertidum­bre. Dos suplencias consecutiv­as invitan a pensar en el papel de Isco contra el Roma y en el resto de la temporada. Se presupone que la condición del malagueño, ya de por sí muy relevante en las dos últimas campañas de Zidane, se revaloriza­ría con Lopetegui, pero el encaje general del Madrid cuestiona su presencia en determinad­os partidos y circunstan­cias. El técnico vasco está apostando por un 4-2-3-1 o 4-3-3, con un tridente en auge pese al tropiezo de San Mamés. Isco tiene espacio preferenci­al en el primer sistema como mediapunta en fase ofensiva y cuarto centrocamp­ista en defensa. Ese es un rol semejante al que asumía con Zidane en el rombo. Lopetegui también le otorga libertad y le permite alternanci­as posicional­es con Asensio como se apreció en la Supercopa contra el Atleti y en LaLiga ante Getafe o en el rato frente al Athletic (29 minutos). Desde esa posición activa a Marcelo (19 pases el día del Getafe). Sin embargo, el contexto con el 4-3-3 le apremia a evoluciona­r como interior.

Aspecto defensivo. Lopetegui ha utilizado a Isco en esa función en diversos momentos ante el Girona y el Leganés. En Montilivi empezó actuando como enganche, pero los aprietos del Madrid en la salida, retratados en Casemiro, le reclamaron actuar como interior derecho. Isco abarcó mucho campo y no deslució en esa faena (ver imagen de la derecha). Las dudas, en cambio, se originan desde dos planos. De inicio cuesta ver a Isco en el perfil defensivo que exige la ubicación, aunque los datos relativiza­n esa teoría. Registra, por ejemplo, promedios idénticos a Kroos en su cuenta de entradas exitosas, balones intercepta­dos y rechaces de

Libertad

En el 4-2-3-1 hace de enlace y se mueve por todo el frente de ataque

Multiusos

En Girona jugó como mediapunta y también como centrocamp­ista

Ocupación Tiene problemas para cerrar el triángulo que forma con central y lateral

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