AS (Aragon)

“En fútbol femenino los años 60 y 70 no existen. ¿Imaginas eso en lo hombres?”

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Reconocimi­ento “Las Clandestin­as’ nos dicen... Ni un homenaje, ni nada. No es justo”

uno que me gustaba mucho, aprendiz de peluquería. Estaba muy contenta, me ganaba un buen dinerillo. Quizá si me hubiera quedado hubiese sido muy buena peluquera, pero decidí marcharme a Italia.

—¿Cómo fue su fichaje?

—Tras un cuadrangul­ar ante Italia. El primer partido de España había sido ante Portugal, en 1971, en Murcia, cuando nos prohibiero­n ponernos el escudo.

—¿Qué ocurrió?

—Había unas 3.000 personas en La Condomina. Nosotras veíamos que había problemas, se retrasaba mucho. Uno era que el árbitro era de la Federación y no querían que se pusiera el uniforme. Al final salió con un chándal y se jugó. Una movida... Empatamos 3-3. Fue un triunfo para nosotras, en aquellos tiempos, con la situación que teníamos. Después vino el cuadrangul­ar contra Italia: dos partidos aquí y dos allí. En Udinese estaban los ojeadores del Gamma 3. Me vieron jugar y se quedaron impresiona­dos.

Fui portada en Tuttosport, incluso. En Madrid había una empresa amiga de la Gamma 3 y se pusieron en contacto con ellos para hacer todos los trámites y que yo me fuera a Italia.

—Y se fue sola, al extranjero, con 15 años.

—Fue complicado. Justo después de Boetticher mis padres se separaron. Mi madre se quedó con nosotros y, en aquella España, la mujer no tenía la patria potestad. Ella tenía que trabajar, dos trabajos, y yo, que era la mayor, debía responsabi­lizarme. La situación económica era muy difícil. Pero debías salir adelante y para mí el fútbol era muy importante. Es una historia muy atípica la mía, no fue fácil. Con los años te das cuenta. Eché mucho de menos mi casa, a mis amigas. Hubo momentos en los que casi me vuelvo, pero también era gratifican­te estar en un país extranjero. Jugaba a fútbol, recorría Italia, ¡iba casi cada día a Venecia!

—¿Le empujó algo a irse?

—La Federación no sólo no nos apoyaba, había problemas La foto es de 1988, del doblete que Conchi logró con el Lazio: campeona del Scudetto y la Copa. “Era increíble el fútbol femenino en Italia”. Buscó ser reconocido como federación, ser autónomo. Pero no hubo manera. Su generación se acabó, aquello se desplomó. Retirada en 1997, hoy vive en Bristol donde prepara otra academia de fútbol y pide que el del siglo XXI femenino mire atrás. “Se está tratando de crear una identidad cuando la identidad está ahí”. Son ellas, su generación. siempre con el himno, con el escudo, no reconocían nuestra selección, nuestro movimiento... Fue entonces cuando lo decidí. Era casi luchar contra molinos. Muy pocas siguieron y toda esa generación se perdió.

—Pasó de cobrar 400 pesetas (2,4¤) aquí a 75.000 (450,76¤) en Italia.

—En España fuimos dos jugadoras las que empezamos. Para mí fue un honor porque abrí muchas puertas para que las demás lo hicieran. Pero por eso muchas veces me atacaban. Me decían: “Estás loca”. Incluso en Italia, donde vivía de ello, me decían que no, que no se podía. “Si yo lo estoy haciendo se puede”. Era mucho menos que un hombre. No quiere decir que fuera a ser millonaria pero me gané la vida con ello y estaba a gusto: hacía lo que me gustaba.

—Ahora, en España, desde hace dos años el fútbol femenino se emite en televisión.

—Y me encantaría que hubiera más. Cuando estoy en España me pego a la tele ilusionadí­sima. Y digo: “Bueno, yo no estaba loca, verdaderam­ente abrí las puertas”. La Federación, que nunca reconoció mi carrera, ahora está encima y pienso: “Pueden echarle tierra a lo que quieran pero hay cosas que no se pueden tapar”.

—¿Cómo ve al fútbol femenino en la actualidad?

—Hay que tener cuidado porque es muy positivo que los equipos masculinos den nombres, que tengan filiales, pero si no se crea una identidad propia… Puede dar ese salto pero hay que saberlo vender. Deberían darle un toque personal, que no sea una fotocopia. Hay que llevar más gente al campo, que la gente se encariñe. La salsa del fútbol son los goles: los nuestros levantaban a la gente. A lo mejor no se jugaba tan bien pero se marcaba mucho y la gente se divertía. Mi generación en España yo la llamo de oro porque hay que ser de oro para jugar en esas condicione­s.

—¿Qué le parece que el Madrid no tenga equipo femenino?

—Antes o después lo van a tener. Habrá presión y, si no ahora, más tarde tienen que abrir las puertas. Hay niñas jugando por Madrid, pasará casi solo. Existe el Atleti y me encanta Lola (Romero), su trabajo. Lo admiro.

—¿Quién le puso a usted el apodo de Conchi Amancio?

—Fue tras Boetticher. No tengo ni idea cómo surgió. Salió en la portada de Marca y con ello me quedé. Y a mí me gustaba mucho Amancio. Era una leyenda.

—¿Se parecía en su juego?

—Creo que me lo pusieron por el regate que tenía, pero luego evolucioné. Salí de España siendo cadete y delantero centro. En Italia jugué con el 10.

—¿Qué cualidades tenía?

—Era muy técnica. El primer entrenador en Padua me echó para atrás y me puso de cara a portería, daba muchas asistencia­s. Salía de atrás, era muy potente, con velocidad increíble, tiro. Un espectácul­o. Creo que era talento natural, no sé (ríe).

—Marcó más de 600 goles. Los apuntaba en un cuaderno.

—Sí, en uno de esos que se usan en los colegios, de rayitas. Apuntaba todo y, cuando acababan las temporadas, contaba todos mis goles. 300 fueron antes de irme de España.

—¿Alguna vez les dieron paraguazos? Pepa Senante, de la primera selección de baloncesto femenina, dice que a ellas sí.

—Recuerdo un partido en el norte que mi madre acabó saltando la valla para llevarme a vestuarios. Pero no sé qué pasó. Me he creado memoria selectiva. Recuerdo sólo lo bueno. Lo de la grada me traía sin cuidado. Hacía más daño luchar siempre de esa manera, contra esas injusticia­s que siguen. Aún no nos han reconocido, a mi generación, nos siguen llamando Las Clandestin­as. No es justo.

—¿Y cuánto daño hizo aquella película rodada en 1971, ‘Las Ibéricas F. C.’, con folclórica­s como Lola Flores o Marujita?

—Mucho. Nosotras queríamos que nos tomaran en serio. Aquello fue un palo tremendo para nuestra lucha, nuestro fútbol.

—Un fútbol donde usted era Amancio... ¿Le conoció?

—¡Sí! Poco antes de irme a Italia. Lo preparó la empresa española relacionad­a con la Gamma 3. Fui a la de Amancio y me impresionó su trato. Me dijo que se alegraba mucho de que me llamaran así, Conchi Amancio.

“LA IDENTIDAD DEL FÚTBOL ESTÁ AHÍ”

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