Laia Palau, todo eso y mucho más
con el crecimiento de la FEB. Ahora vamos a pabellones y están llenos. ¡Es una pasada!
—Llevan seis medallas seguidas con Lucas Mondelo.
—El engranaje que hay ahora mismo en la Selección funciona muy bien. Hay mucha comunicación con Lucas y aunque seguimos sus instrucciones, nos da libertad. Existe cierto equilibrio. Es brillante y muy bueno leyendo partidos. Nosotras no somos idiotas y él nos hace ganar.
—¿Con qué momento de la Selección se quedaría?
—Son tantos… El primer oro que ganamos en Francia fue muy grande y el pistoletazo de salida de todo lo que vendría después. La primera final que jugamos en el Mundial de Turquía también fue muy fuerte porque de pronto piensas: ‘Ya estamos aquí arriba’. Todo está fenomenal, pero la plata olímpica es la más especial.
—¿Recibió muchos mensajes de sus compañeras durante esta última Ventana diciéndole que la echaban de menos?
—Alguno… Tampoco sé qué va a pasar en verano, pero sí que tenía claro que después del Mundial, que ha sido exigente, y con mi llegada a Girona necesitaba descansar. Pero sigo en contacto con ellas y cuando juegan siempre las veo.
—Este verano firmó con el Uni Girona. ¿Cómo se encuentra?
—Para mí siempre es complicado volver de la Selección. Hay que cambiar el chip e incorporarte rápido a la disciplina del club. En mi caso era también volver a la Liga Dia después de mucho tiempo. No sabía qué me iba a encontrar. Me encanta Girona y he visto varios fines de semana a mi hermano y a mis sobrinas. Eso es algo nuevo para mí: tener una vida alternativa al baloncesto. Físicamente estoy bien, pero sí que he vivido un poco el bache postselección. El verano ha sido muy emocionante y volver al día a día es un poco el Síndrome de Estocolmo.
—Vuelve a España tras seis años fuera, ¿cómo se ha encontrado el baloncesto ahora?
—El cambio es importante porque se nota el nivel económico. Las extranjeras que venían antes eran las mejores. Cuando yo me fui estaban el Ros, el Avenida y el Rivas compitiendo en la Euroliga y ahora solo hay un equipo. El hecho de que el Ros existiera hacía que el Salamanca fuera mejor. Sí que es cierto que los equipos están ahora más igualados. En España se sabe jugar al baloncesto y ese talento no va a desaparecer.
—Tiene 39 años, ¿cómo se ve la próxima temporada?
—He venido a Girona para reencontrarme con mi gente, mis amigos… y el baloncesto de aquí. Si continúo igual que ahora mismo, que me apetece jugar, seguiré otro año más; pero si hay otros proyectos que me motivan más… Quiero ver cómo me encuentro, cómo me sienta este cambio y cómo es mi relación con el baloncesto. Últimamente estoy improvisando con mi vida. Me pillé los dedos con la Selección, cuando dije que me retiraba, y al dar marcha atrás parecía que tenía que dar explicaciones. Así que hoy es hoy y mañana ya veremos…