El Zaragoza, en un escenario insoportable
No hay nadie más débil que un entrenador de fútbol que no gana partidos. Y Lucas Alcaraz, cuyos detractores no dejan de crecer, se encuentra ya en ese peligroso estadio en el que se le ve más como un problema que como una solución. De un técnico con un cuarto de siglo de desempeño profesional a sus espaldas se esperaba, sobre todo, claridad de ideas y el espíritu necesario para levantar a un equipo en ruinas, pero Alcaraz no ha dado con la tecla en un mes y medio de búsqueda y tiene al equipo en la zona más crítica de la clasificación. Y es que, lejos de detener el derrumbe, lo ha acelerado. El Zaragoza es ahora mismo un equipo desconcertado y sin identidad, perdido, bloqueado y sin pulso, que no tiene pinta de poder ganar a nadie y que ha hecho de La Romareda un campo abierto en el que todos los rivales le sacan los colores.
Qué hacer ahora?, se preguntan desde los propietarios hasta el optimista más irredento de los zaragocistas de a pie. El club ya gastó la bala del relevo en el banquillo y hasta que se abra el mercado de invierno quedan tres partidos en los que hay que sumar el mayor número de puntos para no extender el incendio hasta proporciones imposibles de apagar. Tampoco hay margen salarial para incorporar dos o tres refuerzos, aunque no fichar un buen central en enero sería directamente un suicidio. El director deportivo Lalo Arantegui, responsable directo de la elección de los entrenadores y los futbolistas, está ante sus horas más difíciles en el Zaragoza. Es imprescindible no perder la calma, pero la situación es insoportable y ahora más que nunca es necesario tomar una decisión certera. Está en juego la propia supervivencia de la institución.