AS (Aragon)

Bale volvió a ser una estrella tibia y Marcelo tiene un dilema

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El primer asalto de la semifinal de Copa del Rey no dejó vencedores, ni vencidos, no tanto por la realidad del empate, que deja al Madrid con una ligera ventaja, como por las consecuenc­ias del partido. Ninguno de los dos equipos sale especialme­nte dañado antes de afrontar el brutal calendario que les espera en las tres próximas semanas: Liga, Copa de Europa, partido de vuelta de la Copa del Rey y el Real Madrid-Barça en la primera semana de marzo. Mejor comenzar sin dramas, con buenas perspectiv­as. En el caso del Real Madrid, su respuesta en el Camp Nou se ajustó a la notable mejoría que ha experiment­ado en las cuatro últimas semanas.

No fue un gran partido, pero sí interesant­e, racheado en el dominio y leal en el comportami­ento de los dos equipos. Se emplearon con vigor y sin trampas. Las imágenes en el túnel de vestuarios, previas al comienzo del encuentro, negaron la idea de una rivalidad odiosa y violenta. Al contrario, los jugadores trasladaro­n a la gente la idea de una rivalidad intensa, pero establecid­a sobre la sensatez, el respeto y, en muchos casos, sobre la amistad. Lo mismo ocurrió al final del encuentro. Buenas noticia para el fútbol. Se puede competir febrilment­e sin caer en la exageració­n y el mal gusto.

Está hecho.

El Madrid salió fortalecid­o del Camp Nou. Y Solari, más aún. Durante las últimas jornadas ha diseñado un equipo que funciona. En términos futbolísti­cos, el equipo está hecho, con dos o tres jugadores que se han añadido y hacen todo lo posible por quedarse entre los titulares. Son Lucas Vázquez (precioso su detalle técnico para desviar a gol el pase de Benzema), Vinicius y Reguilón. Ninguno de ellos figuraba en primera línea del equipo cuando comenzó la temporada. Ahora es casi imposible sacarlos de la alineación.

Basta observar la reacción general al partido de Marcelo, el mejor lateral izquierdo del mundo hasta hace bien poco. De hecho figuró en la selección mundial confeccion­ada a finales de año por la FIFA. Ahora se le discute, no es titular inevitable y la mayoría del madridismo prefiere ahora mismo al joven Reguilón.

Pocos jugadores definen mejor al actual Madrid que Lucas Vázquez y Vinicius. Han logrado casi un milagro: que el equipo se parezca a ellos, que abandone la apatía que caracteriz­ó al Real Madrid en la primera mitad de la temporada, que regrese el vigor y que se imponga el compromiso. Uno a uno, los jugadores se han adherido a la propuesta representa­da por Lucas Vázquez y Vinicius. Quienes se resisten, Bale volvió a ser en el Camp Nou la tibia estrella de costumbre, quedan demasiado expuestos a los ojos de los aficionado­s. Kroos no acaba de engrasar su juego, Isco se mantiene en las profundida­des del banco de suplentes y Marcelo deberá resolver pronto un importante dilema: ¿es el criticadís­imo jugador que daña al equipo o el recuperabl­e jugadorazo preso de un periodo de incertidum­bre?

Si el gran mérito de Solari ha sido la instauraci­ón de un equipo competente, solidario y tenaz, su siguiente reto es crucial para el Madrid. El técnico necesita obtener una subida casi exponencia­l en el rendimient­o de los descolgado­s hasta el momento: Marcelo, Bale, Isco, Asensio y Mariano. Sin su eficacia, el Madrid se expone a un calendario devastador. Son tiempos donde los grandes títulos se ganan con grandes plantillas.

Asentados Es imposible quitar a Vinicius, Lucas Vázquez y Reguilón

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