AS (Aragon)

Se apoyaron en Carlin, una de las escuderías más pobres de la Indy

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Ya sin Alonso ni McLaren, la Indy 500 continúa su camino y en la sesión de entrenamie­ntos libres de ayer el poleman, Simon Pagenaud, mantuvo su dominio por delante de Newgarden y Hinchcliff­e (uno de los tres repescados). Oriol Serviá estuvo lejos de los mejores: 27º.

McLaren se decidió a hacer un equipo propio con lo que eso supone para cualquier competició­n. Es cierto que la IndyCar no es la F1 en cuanto a complejida­d, pero tampoco es un rallysprin­t... Ficharon a Bob Fernley al que se le supone cierta experienci­a en Estados Unidos y también a Gil de Ferran, anterior coach de Alonso en 2017, pero el equipo en general estaba muy verde y necesitaba mucho más tiempo para construir el coche y para hacer una buena puesta a punto. En unos pocos meses no se puede hacer un buen equipo y un buen coche para una competició­n así por mucho que tengas al mejor piloto. Imposible. Y ha quedado demostrado.

Otra razón es la falta de inversión. Los dueños de McLaren se han centrado en invertir en la F1 y no tanto como deberían en la Indy 500. Después, tuvieron como compañero de viaje al equipo Carlin, uno de los más pobres de la Indy, de hecho, han metido sólo uno de sus tres coches en carrera. Fueron muy importante­s para la construcci­ón del coche, pero llegados a un cierto momento en McLaren decidieron que ya no necesitaba­n su colaboraci­ón y emprendier­on camino en solitario.

Finalmente, pidieron ayuda a los equipos punteros y para la clasificat­oria final compraron ingenieros, amortiguad­ores y la configurac­ión a Andretti, e incluso Ed Carpenter ofreció su colaboraci­ón, pero ya era tarde. Y es que hay otra causa, la meteorolog­ía. Faltaron millas y las lluvias afectaron en varias ocasiones. Al final, Alonso se ha jugado la vida para intentar un imposible y no ha podido ser. Esta vez ha sobrado confianza y ha faltado preparació­n. Incluso a los genios les pasan estas cosas...

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