Un prólogo feliz
Ni el entusiasmo de Aspas y Denis ni la volcada afición viguesa lograron arrugar a un Madrid bien plantado. El gol de Lucas, definitivo, silenció Balaídos. Courtois, estelar.
La sonrisa de Zizou. Este marsellés tiene algo especial que consigue desarmarnos al resto de los mortales. Donde casi todos veíamos inmovilismo, él veía una apuesta serena, sobria y calculada. Conoce a sus hombres como nadie y decidió lanzarles un salvavidas cuando la mayoría ya profetizábamos un naufragio inevitable. Para Vigo, las previsiones climatológicas barruntaban tormenta para el estreno de esta nueva obra de Zidane.
Una pretemporada de la triste figura, Hazard lesionado en la víspera, equipo titular sin fichajes... Pero Zinedine sonreía. Tan pancho. Sabía el motivo. Su guardia pretoriana le ha jurado lealtad y compromiso, condiciones necesarias para que esta travesía soporte las embestidas del destino. Y así fue. Un triunfo cómodo, trabajado, sólido, sin fisuras. Un Madrid industrioso y metido en faena. La tercera acepción de la RAE dice esto de la palabra ‘prólogo’: “Primera parte de una obra en la que se refieren hechos anteriores a los recogidos en ella o reflexiones relacionadas con su tema central”. Pues Zizou ha escrito un prólogo feliz en esta novela que imaginábamos de terror y que puede acabar siendo un best seller explicando el método de este divino calvo, que nos ha tenido cabizbajos en el estío (ese 7-3 de Nueva York escuece todavía) y que ahora ha logrado en noventa minutos rescatarnos la ilusión y la fe, que encima se han alimentado como un tsunami con la chilena atómica de Aduriz. Acaba de sonar el despertador de esta Liga y ya le sacamos tres puntos al Barça.
¡Cómo es la vida!
El factor Casemiro. Ganó la Copa América con Brasil (con él de titular indiscutible) y eso retrasó su regreso de las vacaciones. Eso explica las malas madrugadas que hemos sufrido los madridistas mientras que poníamos mosqueados la toalla en la arena de la playa. Jugar sin Casemiro es un asunto de alto riesgo. Tenerle o no varía mucho en tu ecosistema futbolístico. No es lo mismo una casa con vigilancia 24 horas que la que te deja por las noches indefenso ante lo que pueda venir. Casemiro es un tractor de acero, con el motor en perfecto estado. De sus recuperaciones llegaron dos de los tres goles de Balaídos. Nadie es indispensable en la vida, pero hay gente que se acerca a esa envidiada condición. Casemito es uno de ellos.
Sobriedad alemana. Kroos me irritó muchas veces el curso pasado. Pero como buen alemán que es, se altera lo justo y mide todos sus registros. Le ampliaron un año de contrato cuando las encuestas le enviaban de vuelta a Múnich y Zidane le ha puesto en el pecho la insignia de sheriff. Respondió como le gusta. Con un golazo de mirada telescópica. Cuando más falta hacía. Con uno menos...
Roja increíble. El Celta luchó bravamente y no necesitaba ese cable arbitral. El VAR vio en el pisotón involuntario de Modric una malicia inimaginable en un bendito como es el croata. Lo curioso es el orgullo del Madrid. Con 11 en el campo ganó 1-0, Con diez, ganó 2-1. Es el ADN irreductible de este equipo.
Euforia recuperada. La afición se ha venido arriba. Es la grandeza del fútbol, tan cambiante como imprevisible. Hasta Bale pasa de transferible a titular con partidazo incluido. Me trasladan su rescatada felizidane Manuel Loet Pita, del Pumarada de Oviedo, Miguel Moreno, de la peña de Berja (Almería), la peña Rincón de Soto (La Rioja) y ‘Los Panciverdes’ de Bedmar (Jaén). ¡Sois muy grandes!