Ataques de lujo y defensas de broma en La Cerámica
El Villarreal dejó escapar un 4-2 por su endeblez atrás
Calleja apostó por una defensa totalmente renovada y, lejos de salir airoso por su atrevimiento, da la sensación de que deberá acudir pronto al despacho del presidente a pedir un último refuerzo. El Villarreal ganaba 4-2 en el tramo final y, después de haber cometido errores a lo largo de todo el partido, se empeñó en tirar por la borda el talento derrochado por su ataque. Soldado y Puertas rascaron un empate que pudo ser incluso una victoria en el descuento. Este Granada es debutante tras un ascenso brillante, pero no tiene las trazas de novato.
Cazorla, Moi y Gerard parecían haber firmado una noche de ensueño. Se fueron un día de Vila-real para crecer de forma lícita y estaban demostrando que lo mejor que han podido hacer es volver. Ante el Granada, los hijos pródigos habían encarrilado el partido. Pero fue un espejismo. Al menos Cazorla demostró que, afortunadamente, Aduriz no es el único viejo rockero en plena forma.
El Villarreal pagó sus goteras atrás tanto como el Granada. Pese al dulce sabor de la remontada, el equipo andaluz tampoco puede sacar pecho. Sólo las decisiones arbitrales cambiaron el ritmo. Cordero Vega dio un penalti al Villarreal (35’) que Cazorla materializó. Después, sobrepasado el minuto de descuento rumbo al descanso, señaló otro más dudoso de Albiol a Soldado que Fede Vico no desaprovechó. La acción desconcentró a un central llamado a recuperar el orden colectivo.
El Submarino regresó más entonado. Mientras, el Granada siguió a lo suyo, que no es otra cosa que presionar como si lo fueran a prohibir y dominar las segundas jugadas. Así, las ocasiones seguían escaseando, hasta que Quintillà hizo un surco e inició una divertida tempestad en el 53’. Moi dio ventaja. Machís empató luego con ayuda de Peña. Con 2-2, Gerard y Chukwueze desataron la euforia, hasta que Soldado recordó que nunca entrega la cuchara. Gracias a él, el Granada creyó. Y de qué manera. En el 81’, Puertas igualó definitivamente en otro balón parado. La Cerámica, en continua remodelación, parecía más que un coqueto estadio un imponente manicomio.
Los mejores Cazorla y Moi brillaron y Soldado lideró a su Granada