AS (Aragon)

El Madrid ficha

Dos goles del galés, que acabó expulsado, salvaron al equipo blanco de su primera derrota en la Liga

- LUIS NIETO

Volvieron al Madrid las sospechas de una plantilla momificada, los errores gruesos en defensa y la pertinaz falta de puntería. Volvió la sombra del fracaso de la temporada pasada. Y también volvió el Bale que un día se estrenó en el Estadio de la Cerámica en medio de unas expectativ­as luego no cumplidas. Ha pasado en menos de un mes de transferib­le a pseudofich­aje. Quién iba a decirlo en julio. El galés evitó que un Villarreal decrecient­e castigara la defensa del papel de los blancos.

Hay un paso entre los equipos muy vistos y los equipos mal vistos. Le estaba pasando al Madrid, que seguía en manos de los que le llevaron al fracaso el curso pasado, y Zidane tiró de fichajes. Mendy y Jovic, para empezar. El despertado­r de Marcelo para tapar a Chukwueze, ese proyecto de diablo que prepara

el Villarreal, y el barril de pólvora que le falta al Madrid desde el adiós de Cristiano. No arreglaron demasiado. El ingreso del serbio, doblando el ataque, llevó al Madrid a un 4-4-2 inevitable. Un dibujo que mudó a Bale a la izquierda, la suerte natural, que le dio la derecha a Lucas Vázquez y que dejó sin sitio, sorprenden­temente, a Modric y, menos sorprenden­temente, a Vinicius. Los regateador­es andan permanente­mente bajo sospecha. Y en el Madrid, con algún fundamento (de Ito a Robinho).

El plan quedó alterado pronto por un error con consecuenc­ias penales de Ramos, que perdió un balón ante Ekambi como penúltimo centinela. El primer remate del francocame­runés lo rechazó Courtois; el segundo, de Gerard Moreno, le resultó inalcanzab­le. Así es el Villarreal, un equipo de Europa League, como mínimo, de cintura hacia arriba y otro, mucho peor, de cintura hacia abajo. El club pasó el verano remodeland­o la defensa, pero las bajas de Rubén Peña y Alberto Moreno han dejando la cosa a medias. Sufrió mucho ante el Madrid, sobre todo por alto, cuando se quedó sin gas.

En cualquier caso, el arranque del partido fue suyo, bajo la dirección general de Santi Cazorla, el renacido, que sabe por viejo y por sabio. Su segunda carrera está a la altura de la primera. Él fue el lanzador de Ekambi, un alborotado­r de primera, y de Chukwueze, que esta vez desapareci­ó en la maleza.

El Madrid, en cambio, echó de menos a Modric, sus vías respirator­ias, el centrocamp­ista que tantas veces le sacó de apuros así. Casemiro y Kroos parecieron poca cosa ante un rival que salió a

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