Crueldad infinita en el Wanda
El Eibar se va al parón con un punto en el casillero, con la amargura de un cruel tropiezo en los instantes finales. El Atlético sigue siendo la bestia negra de los armeros. Con el paso de los días, la sensación cambiará. Prevalecerá la idea de que el de ayer fue el mejor
partido de los de tres disputados esta temporada hasta el momento, y que, por lo tanto, el conjunto azulgrana está creciendo, empieza ser competitivo, y si muestra este nivel seguro que va a ganar muchos encuentros a rivales directos.
Los pupilos de Mendilibar ejercieron el papel de humilde descarado, pero asumieron su origen modesto cuando el Atleti cambió la estrategia y empezó a jugar directo, con Costa agarrando todo lo que le caía. Los colchoneros pasaron las líneas defensivas con enorme facilidad, sin que los guipuzcoanos se adaptasen a ese nuevo modelo. Sí prevaleció el orden en todo momento, pero con dos goles a domicilio duele mucho no sacar ni un punto.
Contra uno de los favoritos al título debes intentar clavar el puñal lo más cerca del final que puedas. Llevar un 0-2 en 20 minutos suele ser una invitación a la épica que muchos colosos suelen cumplir. La receta amarga ya la conocían los eibartarras, del año pasado. El castigo a Sergi Enrich perjudicó, ya que en esos instantes finales podía haber estirado a un equipo metido en el área. De todos modos, éste regresó con la conciencia tranquila. Hizo lo que pudo.