AS (Aragon)

Verstappen chocó con Kimi y después se empotró en Eau Rouge

- JESÚS BALSEIRO SPA-FRANCORCHA­MPS

Un nudo en la garganta horas después de la tragedia, pero la F1 nunca dudó: “Se corre. Por Anthoine”. Charles Leclerc corrió por Hubert, con quien se peleaba en el kárting hace una década. Y por Jules Bianchi, su mentor y padrino en las carreras. Salía el monegasco desde su tercera pole este año en Spa-Francorcha­mps, con el corazón encogido y con Ferrari hambriento después de una crisis que ya duraba demasiado. Corría mirando a las estrellas este genio de 21 años y lo hizo como la que él ya es: salida impecable, estrategia ganadora de Maranello, pilotaje intachable y victoria de campeón. La primera de muchas, que no quepa la menor duda.

Salió indemne de una arrancada tumultuosa que generó Verstappen, de nuevo mala arrancada y mala previsión cuando tocó a Kimi Raikkonen

en la horquilla. El finlandés le rozó el alerón unos metros después y, sin control, su Red Bull

acabó empotrado en Eau Rouge ante la decepción de la hinchada. Esta refriega molestó a los Renault y a los Haas y abrió una pista de despegue a Lando Norris, que salía 11º y se plantó

quinto, sin oposición con un

McLaren que derrochó ritmo el día que hacía falta, el domingo. El problema es que el otro ejemplar no duró ni cien metros: pérdida de potencia, calado en la salida y Carlos Sainz abandonó tras dos vueltas el día de su cumpleaños con un coche imposible de pilotar. Al menos Kimi, rival en la tabla, tampoco puntuó.

Se escapaba Leclerc, le seguía Vettel y amagaba Hamilton con adelantarl­os a todos a través de un undercut, así escribió Ferrari el guion de su estrategia: paró primero Seb, vuelta 16, para agarrar el liderato virtual de la carrera mientras el resto esperaba. A partir de la 21 entraron Leclerc y los

Mercedes, con una diferencia de ritmo enorme al montar gomas más frescas. Cuando el segundo piloto de rojo alcanzó al primero, no hubo dudas: Vettel dejó paso. En todos los sentidos.

Hizo un gran trabajo de escudero el tetracampe­ón alemán reteniendo a Hamilton un par de vueltas más, cuando el ritmo del pentacampe­ón empezaba a dar miedo. Se defendió como pudo en la parada del autobús, ya no tuvo medios en la recta de Kemmel, y ya sin neumáticos volvió al garaje para acabar cuarto la carrera, con la vuelta rápida. Fuera del podio moralmente, su actuación fue clave para que Leclerc lograse la primera victoria ferrarista de la temporada porque el inglés acabó a menos de un segundo. Tras ellos iba a ser quinto Lando hasta que de repente se quedó parado sobre la misma recta de meta. Drama absoluto para McLaren en una carrera que iba a corregir su lamentable fin de semana: uno se paró al inicio, otro al final. Albon fue quinto remontando con Red Bull seguido de un gran Sergio Pérez, al que dejó seco en la última vuelta, y Kvyat. Haas se vino abajo en carrera, como suele, aunque el accidente de Giovinazzi y el abandono de Norris maquilló la clasificac­ión final. Ferrari también tendía a fallar los domingos, pero esta vez dieron una lección magistral sobre cómo se gana una carrera sin tener el mejor coche.

Salida

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