El ‘Sarrismo’ aún no vive su mejor momento en la Juve
Al técnico le cuesta arrancar cuando se estrena en un club
La Juventus es el último verdugo del Atlético en la Champions y menos de 200 días después de aquel choque de Turín de octavos ambos vuelven a verse las caras. El triunfante ciclo de Allegri acabó y la Juve se fue a buscar a Sarri, que todavía anda puliendo un equipo que sigue mereciendo muchísimo respeto, aunque en Florencia no mostró la mejor de sus caras. Es todavía una Juve en pruebas, pero los cambios sobre el césped son evidentes. Para empezar, a diferencia de lo que pasaba con el versátil Allegri, Sarri no toca la defensa de cuatro. Sarri está transmitiendo el hábito de achicar hacia delante y no la antigua de recular. A sus equipos siempre les ha costado al principio, más en defensa. El proceso se aprecia en un De
Ligt aún desorientado.
El estrés con el que juegan su defensa y su portero son característicos. Sczcesny lo evidenció en Florencia. Pero igualmente antes, contra el Nápoles, se pudo ver durante una hora a una Juventus poderosa, con el clásico ritmo alto que propone su entrenador. Conexiones rápidas y ocasiones. Sobre la pizarra la Juventus parte de un 4-3-3, pero en realidad se queda en un 4-42 con Cristiano e Higuaín en ataque. Se observa sintonía del portugués con un Higuaín que parecía fuera, pero que le ganó la partida a Mandzukic, antaño tótem de Allegri y ahora excluido, al igual que Emre Can. La ausencia del centrocampista es otra novedad. Sarri apuesta por un pressing ofensivo sin pausa, a pesar de que la condición física no sea aún la óptima, a diferencia de un Allegri que entendía el partido por ciclos, en los que el equipo se paraba más alto o más bajo según conviniera.
Ahora se ejecuta un juego de precisión mecanizado durante 70 metros para dejar libertad a sus figuras en los últimos 30. Ni que decir tiene que en el Artemio Franchi la Juve estuvo lejos de todo ello, pero escuchar la sintonía de la Champions podría espabilar rápidamente a un equipo cuyo campeonato doméstico no es ya el gran reto. Superada su enfermedad, Sarri se sentó en el banquillo en Florencia siendo el napolitano uno de esos entrenadores que se dejan notar desde la zona técnica.