Un furgón blindado difícil de medir
El transcurso de este increíble viaje hacia la medalla de oro me permitió, especialmente en la preparación y también durante el campeonato del Mundo de China, realizar una serie de ocho entrevistas al presidente, el seleccionador, los miembros del quinteto de seguridad y los hermanos Hernangómez.
Sería hipócrita decir que se intuía que España sería campeona del mundo porque hasta la misma Federación Española Baloncesto (FEB)
estaba pensando organizar un Preolímpico. De hecho, ese perfil bajo que la Selección mantuvo durante la preparación ha resultado definitivo en el éxito. No es que no se hablase bien del equipo como se ha querido hacer ver de manera equivocada por algunos jugadores; es que se hablaba muy poco en comparación con otros años, supuestamente, más de oro del baloncesto español en los que existían más expectativas. Eso sí sorprendía.
Sin embargo, de todas aquellas conversaciones era fácil obtener una certeza. En la Selección había un relato. Scariolo prometía un equipo perimetral y diferente;
Ricky anunciaba que sería su
Mundial y de lejos se veía a
Marc lleno de confianza, en un momento de plenitud personal y deportiva y dispuesto a hacer las cosas para el equipo, no para él como estrella NBA. Rudy y Llull anunciaban con humildad estar dispuestos a cumplir un rol secundario empujando a los líderes y los Hernangómez iban a poner ese punto irracional, de corazón, imprescindible en la vitalidad de un equipo. Que iba a llegar a la gloria, eso no lo podía saber nadie, ni los que estaban dentro. Lo importante es que iba a hacer algo con sentido y convicción. España estuvo donde quería cada día del campeonato. Cada día más unida y cada día más segura. Un furgón blindado que terminó por hacer algo tan grande, que ahora mismo aún es difícil de medir.