AS (Aragon)

Biles, la más grande

- ENRIQUE OJEDA

Devoradora de récords, Simone Biles mostró ese hambre de insaciable en estos Mundiales de Stuttgart. De las seis medallas de oro posibles, se lleva cinco. Dejó una como regalo para sus rivales, la de asimétrica­s, pero cerró la competició­n con las dos últimas, en suelo y en barra de equilibrio­s, en las que también acabó por encima de los 15 puntos. Además se queda con el liderato indiscutib­le en medallas en los Mundiales: 25, 19 de oro. Vitaly Scherbo ya es historia con sus 23 metales.

Buscar un adjetivo para Simone Biles es simplement­e imposible. Ya se ha escrito todo a lo largo de los últimos seis años. Simplement­e, a día de hoy, ella es la gimnasia, la vanguardia, la innovadora, la que va a marcar una época que mejorarán sus sucesoras gracias a que ella está abriendo nuevas posibilida­des.

Por ejemplo, en la final de barra de equilibrio­s, en la que retiró la salida para acallar a la FIG por eso de calificarl­a de excesivame­nte arriesgada, cumplió con una facilidad que nadie podría decir que su trabajo de funambulis­mo es sobre una anchura de 10 centímetro­s. Ella hace mortales sin la más mínima duda, cae y se queda pegada en la barra; no necesita mover los brazos para equilibrar­se. Esa seguridad es una burla para la mayoría de las rivales: 15.066.

Simone cerró los Mundiales de Stuttgart con dos oros para superar, con 25 medallas, el récord de 23 de

obligada durante tres años para ser la sexta del mundo en suelo (13,80).

Cuando le tocó el turno a Simone apareció la gimnasia del futuro: una primera diagonal sideral, y una segunda tan alta que le costó salirse del tapiz. Pero con su medio punto de ventaja sobre cualquier otro ejercicio, mantuvo el tipo para conquistar el oro con una sonrisa de facilidad que, mal vista, es casi una insolencia para las rivales: 15,133, por 14,133 de la medalla de plata.

En las finales masculinas, reparto de medallas. Aquí está todo más competido. Nikita Nagornyy se llevó tres oros de ocho posibles. Es la excepción. Fue un reparto democrátic­o, con la presencia exótica de un filipino en lo mas alto en suelo: 15,30 para Carlos Yulo. Turcos, ingleses, irlandeses... también tuvieron recompensa.

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