Cae el primer clásico del verano
El deporte de élite se desarrolla todos los días del año, sin excepción, pero hay dos estaciones en las que alcanza su cénit: la primavera y el verano. En la primavera se resuelven los títulos por clubes, nacionales y continentales, en paralelo a un sinfín de eventos tradicionales: Giro de Italia, Roland Garros, GP de Montecarlo, París-Roubaix, Grand National, Masters de Augusta… Luego llega el verano y toman el relevo los campeonatos mundiales o regionales por países, individuales o por selecciones, también rodeados de clásicos: Tour de Francia, Wimbledon, Open Británico, Vuelta a España, US Open… La pandemia ya ha reventado la primavera deportiva. Y ahora golpea con saña al calendario estival. Las dos piezas gordas cayeron las primeras, aunque ambas empujadas por los meses previos, antes incluso de saber si en sus fechas iba a ser viable la competición. La Eurocopa se aplazó a 2021 para dejar hueco a las ligas y las copas. Y los Juegos de Tokio 2020 hicieron lo propio porque era imposible rematar Preolímpicos y garantizar una preparación óptima de los deportistas.
Ahora comienzan a sucumbir los clásicos del verano, que tienen más difícil un aplazamiento, por ser anuales y por la sobrecarga del segundo semestre. Ayer se confirmó la cancelación de Wimbledon, que a su vez ha arrastrado a la sesión completa de hierba. No habrá tenis, al menos, hasta el 13 de julio. Algunas voces piden ya clausurar el curso. El efecto dominó puede tumbar también al British durante esta misma semana. Mientras, el Tour busca alternativas, aunque se da un margen hasta mayo. Otra vez estamos ante el mismo problema que ha destruido el calendario primaveral. Los organizadores, como empresas que son, intentan salvar su negocio con el menor impacto posible. Pero no depende de ellos, sino de una maldita pandemia que se extiende por el planeta sin distingos.