AS (Aragon)

La revolución puede esperar

Bartomeu encuentra en su último año de mandato y la crisis sanitaria dos coartadas para huir del cambio de ciclo

- JUAN JIMÉNEZ / BARCELONA

No creo que sea necesaria una revolución, yo no veo a este equipo agotado”. La frase de Quique Setién no es casual. Setién bendice y acompaña el relato del club porque no le queda otra, así que su discurso está hecho con conocimien­to de causa. Una temporada más, el Barça va a evitar el gran debate sobre el fin de ciclo que se empezó a insinuar después de la derrota en Roma y que parecía inevitable después del descalabro de Liverpool y la derrota de la final de Copa contra el Valencia en el Benito Villamarín. La temporada pasada, el club encontró excusa en el tsunami de mayo. Cuando empezó el mes, el Barça olía al tercer triplete de su historia. Campeón de Liga como era ya, en la final de Copa, y con un 3-0 de renta antes de viajar a Anfield, olía a rúa con los tres títulos en el frontal del autobús. Y con De Jong fichado y Griezmann en camino, sólo hacía falta terminar de retocar el plantel.

Los desastres de Anfield y Sevilla, pues, dejaron al Barça sin margen de maniobra, pero se dejó caer que el cambio generacion­al sería para la temporada 2020-21. Pero eso no pasará. El Barça mantendrá la próxima temporada la columna vertebral de los últimos años. Salvo sorpresa, el próximo curso seguirán en el once inicial Ter Stegen, Piqué, Alba, Busquets, Messi y puede que Luis Suárez. Los cinco últimos, con más de 30 años.

Sin embargo, el Barça vuelve a tener coartada. La primera, de su propio presidente. Bartomeu no quiere más disturbios en el vestuario y está decidido a acabar este viaje con los que no han dejado de ser sus jugadores. Triplete en 2015, doblete en 2016, Copa en 2017, doblete en 2018 y Liga en 2019, el Barça no ha dejado de ganar títulos durante este mandato del presidente. Por qué, pues, no acabar con los jugadores que le dieron gloria y en el fondo le han ayudado a terminar su mandato. La vieja guardia y, luego, sus fichajes. Umtiti, a quien renovó a precio de oro; y Griezmann o De Jong, sus últimos ojitos derechos.

Bartomeu, sin embargo, sí admite un error garrafal en las inversione­s de Dembélé y Coutinho. No se perdona, y no se cansa de repetirlo off the record, haber derrochado tan ridículame­nte el dinero de la fuga de Neymar.

Bartomeu termina su mandato en junio de 2021. Considera que ese es un buen momento para que su sucesor elija qué rumbo quiere para el Barça y, si así lo decide, afrontar el relevo drástico en el vestuario. Hay un segundo motivo suficiente­mente potente como para aplazar un año más la revolución. La crisis sanitaria ha dejado al Barça paralizado y en el club se da por hecho que el coronaviru­s le va a dar un buen mordisco económico. Mal momento, pues, para darle la vuelta como un calcetín a la plantilla. De ahí la idea de los retoques. La prioridad es fichar un central derecho y un delantero, pero ninguna de las operacione­s está clara. Perdido De Ligt, no hay mejor central que Piqué en forma y el asunto de Suárez es una patada caliente que merece otro capítulo.

Aplazado El desastre de Anfield hizo intuir una catarsis que no se ha producido

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Quique Setién, el día de su presentaci­ón junto a Josep Maria Bartomeu y Eric Abidal.

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