El experimento de Zidane ‘asfixia’ a James
La Real Sociedad no está bien. No es el mismo equipo que aquel arrollador que veíamos en marzo, cuando el mundo se paró por el maldito coronavirus. No le ha sentado bien el confinamiento. Pero sin hacer su mejor partido y no estando bien, mereció al menos empatar contra el Madrid.Y
eso es también una evidencia. Debemos decirlo. Pero es que el merecimiento del que escribo se basa en que la Real marcó tantos goles como el rival. Y eso quiere decir que el encuentro debería haber terminado 2-2. El gol de Januzaj debería haber subido al marcador. Pero voy a comprar el argumento del gran Tomás Roncero (al que respeto mucho y con el que me divertí mucho metiéndole las gomas en Carrusel Deportivo,
siempre con aprecio) de que las jugadas de la polémica son, al menos, dudosas.
Pero el problema es que en todo lo que hubo duda, la Real salió perjudicada. Y digo yo que algo, al menos, podía haber caído de su lado. Y eso no me negarán, enfada mucho y te da que pensar. El VAR no ha cambiado nada en el fútbol. Porque con que una de esas jugadas dudosas, sólo una, hubiera caído del lado txuri-urdin, ahora estaríamos hablando de otra cosa. No puede ser que todas las acciones susceptibles de ser borrosas te perjudiquen. Eso termina por hundir a un equipo que, a pesar de no estar bien, puso el alma para un empate que mereció. Esto perjudica a nuestra Liga.
El fútbol pasó en el Reale Arena alrededor de James Rodríguez a una velocidad por momenos inalcanzable para el cafetero. Zidane le dio la titularidad cuando él casi ni podría recordar la última vez que lo fue en Liga. Ha habido hasta alumbramientos de por medio. Ocho meses y dos días, desde el 1-0 en Mallorca (19 de octubre) que dejó a Zizou herido, entre una titularidad liguera y otra. Aquella derrota dejó señalado a James y aún más emborronado salió de la eliminación de Copa contra la Real. El técnico lo mandó al banquillo en el descanso... Fue el último partido de James hasta ayer, justo de nuevo ante los txuri-urdin: un lapso de 136 días...
Con ese historial previo, el parón por la pandemia y el liderato en juego, el experimento de Zizou era una bomba de relojería. El colombiano jadeaba en los minutos iniciales como si fuera su compatriota Nairo
Quintana pasando un mal día en los Alpes. Cada plano televisivo suyo encogía el corazón. “Pobrecito...”, suspiraba Mijatovic en Carrusel Deportivo. El sufrimiento traspasaba la pantalla.
Sea como fuere era la oportunidad de James de relanzarse pensando en el mercado porque acaba contrato en 2021 y el Madrid
quiere hacer caja. Para disgusto en donde le defienden con formas más que cuestionables. “¿Zidane? Yo le hubiera mandado a comer mierda hace tiempo...”. El exabrupto, lanzado en antena la semana pasada, obra de Asprilla. Un país que no entiende qué sucede con su gran ídolo y ahora ve cómo James, que alternó la banda derecha (sin éxito) y la mediapunta (más entero) durante 78 minutos, reaparece cuando casi no se le esperaba. De forma anecdótica o no, sólo lo sabe Zidane.