AS (Aragon)

Isco busca su sitio

El malagueño ha jugado 315 minutos tras el confinamie­nto, pero Zidane suele confiar en él para las grandes citas

- S. L. DE VICENTE / MADRID

Zidane tiene una consigna clara: Isco no es indiscutib­le, pero juega los partidos importante­s. Y los datos lo demuestran. Valorado en 40 millones según Transferma­rkt y con contrato hasta 2022, el malagueño ha tenido un paso discreto en el regreso del fútbol, habiendo jugado sólo 315 minutos tras el confinamie­nto. De los once partidos fue titular en cuatro. Pero en los días clave, suele jugar.

Se perdió los tres primeros partidos tras la cuarentena (Eibar, Valencia y Real Sociedad) por molestias isquiotibi­ales. Ya recuperado, Zidane le regaló 20’ ante el Mallorca y dejó tales sensacione­s que fue titular los dos siguientes partidos (Espanyol y Getafe). En ambos fue sustituido a la hora de partido, sin terminar de explotar.

Había vuelto a la dinámica, pero debía rotar como todos, por lo que descansó en San Mamés. Sería la última vez que lo haría. Ante el Alavés salió en los minutos finales, llegando fresco para ser titular en la final de Granada, cuando Zidane sorprendió sacando una alineación con cinco centrocamp­istas.

Ante el Villarreal, el día en que se levantó la Liga 34, entró también en el tramo final, mientras que sería en Leganés cuando disputaría, por primera vez tras el confinamie­nto, un partido completo. Los datos tras el parón le sitúan lejos de la primera plana, pero echando la vista atrás ha participad­o en todos los momentos importante­s del curso, hasta ahora. Fue titular en los dos Clásicos, tanto en la victoria en el Bernabéu (2-0) como en el empate en el Camp Nou (0-0). No son los únicos, Zidane también apostó por él en el derbi ante el Atlético (1-0), en los dos partidos de la Supercopa de España ante Valencia y Atleti, y hasta en el partido de ida de octavos de Champions ante el Manchester City.

Precisamen­te esa noche, el 26 de febrero de 2020, marcó su último gol. Un error en la salida de balón de Rodri propició un contragolp­e que se encargó de definir con un disparo raso a la derecha de Ederson. El City remontó, pero a ese gol de Isco se agarra fuerte el Madrid para soñar con la 14ª.

Me considero iscómano, dentro de esa especie de enamorados del fútbol de autor y genialoide que posee el malagueño. Recuerdo la ilusión que generó su fichaje en 2013, casi tanto o más que el de Bale (el galés también vino ese verano). Isco nos había deleitado durante dos cursos en La Rosaleda, en los que casi impulsa al Málaga a las semifinale­s de Champions.

Aterrizó en el Bernabéu

avalado por un Golden Boy

(2012) y un Trofeo Bravo

(2013) que lo confirmaba­n como el gran talento joven del fútbol europeo. El Bernabéu nunca le vino grande y en su debut ya metió un gol decisivo de cabeza ante el Betis. Y en sus dos primeros cursos de blanco jugó más de 50 partidos. Incluso, logró superar la decena de goles y de asistencia­s...

Pero han ido pasando los años y ahora que ya ha cumplido 28 hay que pedirle a mi admirado Isco que vuelva a recuperar esa versión que tanto echamos de menos. Ahora aparece, como los grandes toreros, en días especiales. Ante el City marcó el gol de la esperanza y en Los Cármenes de Granada, el día que nos jugábamos media Liga, estuvo espléndido. Pero hay muchos guadianas en su rendimient­o y es evidente que tiene talento para ofrecer mucho más al equipo. Tiene una gran ventaja: el jefe lo quiere a toda costa. Y si Zidane se lo propone, Isco puede volver a enamorarno­s.

Días clave Titular en los dos Clásicos, en el derbi, en la ida contra el City...

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Isco, tras anotar ante el City en la ida de octavos de Champions.

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