AS (Aragon)

Zidane hasta la Champions

Su parálisis en El Collao erosiona su crédito, pero el club esperará a lo que pase con la Atalanta ● Malestar con la gestión que ha hecho el francés con los jóvenes

- TOMÁS RONCERO LA NOTICIA

Zidane no corre peligro… de momento. El Alcoyanazo y la eliminació­n de la Supercopa ante el Athletic han dilapidado aún más el crédito menguante que el técnico marsellés empieza a tener dentro del club. Aún así y según pudo saber AS, su destitució­n tras la peor semana del Madrid en mucho tiempo está descartada. La idea es aguantar hasta la eliminator­ia de Champions con la Atalanta y que el papel que haga el equipo en Europa decida el futuro de Zizou. Pero la cuerda está amenazando romperse por varios sitios. Una nueva debacle este sábado en Vitoria (el equipo se mide al Alavés a las 21:00 en partido de Liga) podría precipitar una decisión más drástica, aunque ese es el escenario en el que no quiere entrar ni de refilón Florentino Pérez. Pero insisto, solo de momento…

A Zidane no solo le ha hecho daño esta semana la doble eliminació­n prematura en Supercopa y

Copa del Rey

(a Solari le destituyer­on por perder tres competicio­nes en siete días), sino la imagen que Zinedine y varios de sus jugadores están ofreciendo. No se entiende que haya menoscabad­o a varios jóvenes que son apuestas estratégic­as de la entidad, a cambio de proteger a futbolista­s veteranos que están demostrand­o estar desmotivad­os y pensando ya en otra cosa alejada del hambre

Prórroga No dio órdenes ni charla a sus hombres antes de jugarla

de ganar títulos a toda costa (hay un enfado tremendo con Marcelo e Isco, captados por las cámaras de El Chiringuit­o gastándose bromas y riendo antes de empezar la prórroga). En la planta noble se valora que no es normal que Odegaard se quiera ir, aburrido por su ostracismo, al ver que por delante tiene a Isco, claramente en un bajón futbolísti­co que le ha alejado de su imagen triunfal de las dos últimas Champions ganadas en Cardiff y Kiev con él de titular. También consideran que jugadores como Lunin (que no había jugado un solo minuto hasta Alcoy), Odriozola, Militao, Vinicius o Mariano han estado tan infrautili­zados que cuando les ha tocado dar el paso estaban lejos de su mejor forma. Eso le llevó también a Jovic a pedir su cesión, a pesar de que Zizou recomendó hace dos veranos su fichaje, desembolsa­ndo el club 60 millones de euros por el serbio.

También se le imputa a Zidane que jóvenes contrastad­os como Reguilón, Achraf, Marcos Llorente, Brahim o Borja Mayoral triunfen en el Tottenham, el Inter, el Atlético de Madrid, el Milán y el Roma después de entender de que si se quedaban junto a Zidane su papel iba a ser residual o incluso nulo, como es el caso de Reguilón y Llorente, los más significad­os al ser dos jugadores a los que el técnico no les concedió nunca siquiera el beneficio de la duda. Zidane se ha arropado en su guardia pretoriana (14 jugadores) y es cierto que así ganó la Liga del Coronaviru­s y que en total suma 11 títulos, solo superados por los 14 de Miguel Muñoz. Pero la tendencia actual del equipo es de caída libre y a Zizou no se le ve alterado ni inquieto por ello. Ese pasotismo gestual tiene desconcert­ados a los responsabl­es de la entidad. “No es una vergüenza, estas cosas pueden pasar. Ahora tenemos que centraros en la Liga y la Champions”, dijo en Alcoy nada más acabar el partido para incredulid­ad de casi todos. Parecidas palabras les dedicó ayer a sus jugadores en Valdebebas en la breve charla que mantuvo con ellos tras el fiasco de El Collao.

El club considera que Zidane está permitiend­o la indolencia de algunos jugadores que saben que hagan lo que hagan van a acabar teniendo protagonis­mo en el equipo, mientras que otros lo van a tener en japonés por más que quieran demostrar en los entrenamie­ntos que están para jugar. También la comunicaci­ón entre el francés y el vestuario ha dejado de ser tan fluida como era en los días de vino y rosas. Antes de empezar la prórroga, solo se le vio hablar un momento con Marcelo y con Víctor Chust, para comentar la jugada del gol de córner que dio pie a la prórroga, pero no hizo la habitual charla motivacion­al de grupo que en su momento entronizó a Zinedine como un técnico con empatía con los jugadores perfecto para un vestuario como el del Madrid.

La afición también empieza a dudar de Zidane, aunque es una leyenda blanca. En una encuesta realizada en As.com sobre si debe seguir o no el francés en el banquillo, casi el 60% respondió que “no”.

En suma, en el club no van a tomar decisiones drásticas hasta que suene el himno de la Champions (el partido de ida con el Atalanta se jugará el 24 de febrero en Bérgamo), con la esperanza de que en estos 34 días sea capaz Zizou de reencauzar la marcha del equipo en la Liga, competició­n que todavía está en condición de disputar al Atlético del Cholo Simeone. Pero si en este mes de miércoles libres se vuelven a suceder más tropiezos tipo La Rosaleda o El Collao, las páginas de Zizou con el banquillo del Madrid pueden empezar a preparar sus últimos capítulos…

Síntoma Enfado con Marcelo e Isco por sus risas antes de la prórroga

Afición Encuesta de As.com: casi el 60% vota que no debería seguir

Ayer me llegó al móvil una imagen del alcalde Martínez Almeida exigiendo al Gobierno que incluya al Real Madrid como zona catastrófi­ca. ¿Qué ha sucedido hasta llegar aquí?, me pregunté. Para tratar de averiguarl­o repasé mis columnas sobre los blancos en lo que llevamos de temporada y no sé quién salió más tocado de la revisión: si ellos o yo. A principios de septiembre noté que Eden Hazard seguía posando con la camiseta exigida a la altura de la cintura, aunque eso ya no era noticia para nadie. Pero a finales de mes me vine arriba, dignísimo frente al periodismo voceras, y pedí respeto para el equipo y su historia. Como un viejo gritando a las nubes dije que los de Zidane no eran un meme, o alguna tontería por el estilo.

En noviembre, tras aquella victoria apretada frente al Huesca, regresé a Hazard. Encontré en aquel golazo suyo ecos de lo perdido tras la marcha de Cristiano Ronaldo. Describí un Madrid evocador de emociones antiguas y feliz con mi ocurrencia esperé hasta el siguiente texto donde los blancos me hicieron envainárme­la de nuevo. Un 3 de diciembre, como el Grinch

a las puertas de la Navidad,

Zidane me obligó a cambiar de discurso. El Madrid no se reconoce en el espejo, titulaba. La derrota frente al Shakhtar dejaba un Madrid abrazado a las cuerdas, con la ceja abierta en mitad de una somanta de hostias. Sentencié, como si supiera, que todo lo que había caracteriz­ado al Madrid campeón de Liga se había esfumado. La sentencia caducó a los quince días.

Aprimeros de enero, coincidien­do con mi última aparición en este periódico, el equipo revivía. Habían enlazado siete victorias y un empate. Zidane, que vive horas bajísimas tras la derrota en Alcoi, parecía gastar entonces la mirada de los atletas de fondo. Habían recuperado la fuerza en defensa, la frescura en medio y la imaginació­n arriba. Hasta Asensio había decidido independiz­arse de su hermano Ausencio. Así llegamos a la Supercopa, al Alcoyanazo y al meme de Almeida hablando del Madrid como territorio devastado. Solo saco dos conclusion­es de mi ejercicio: que como periodista me importa poco llevar razón y que los bandazos del Madrid revelan un problema de planificac­ión profundo. Uno que excede la competenci­a del entrenador y apunta más arriba. Uno que obligará a durar más de la cuenta la transición post Cristiano y que puede conducir a la decadencia.

Los bandazos del equipo revelan un problema profundo de planificac­ión

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Zidane se marcha de El Collao, con la cabeza agachada, por detrás de Casemiro y Marcelo.
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Militao, Chust, Isco y Casemiro, hundidos en El Collao.

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