AS (Aragon)

Dembélé evita un cataclismo

Tras fallar dos penaltis, uno lanzado por Ousmane, el Barça pasó en la prórroga ● Koeman tuvo que reclutar a la artillería para poder batir al Cornellà

- SANTI GIMÉNEZ

también es cierto que el Barça viajaba avisado. Que si el césped artificial, que si la iluminació­n, que si la abuela fuma…No hay excusas que valgan. La puesta en escena del Barça fue impresenta­ble.

Ante un partido, un rival y un balón que tenía que ser domado, el Barça se empequeñec­ió. Valga como prueba que a los seis minutos de juego el Cornellà ya había sacado tres córners contra la portería de Neto y que Riqui Puig había visto tarjeta por protestar.

Por contra, el Cornellà seguía a lo suyo a pesar de luchar contra los elementos. Borja se lesionó en el calentamie­nto y tuvo que salir el juvenil Gerard en su puesto. Los locales sabían que su fuerza se basaba en el balón parado y ahí dieron más de un susto al Barça, que sigue defendiend­o como aficionado­s.

Sin capacidad para crear ocasiones, los barcelonis­tas se encontraro­n con un oasis en el desierto cuando el árbitro señaló penalti por una acción peligrosa de Estellés sobre Araújo. Ante la consabida dimisión de Griezmann para ejecutar la suerte, Pjanic fue el encargado de chutar el castigo que podía poner el partido cuesta abajo para su equipo. Pero falló en un paradón de Ramón Juan, que dejó al Barça en shock y al Cornellà creyendo en el milagro. Para cambiar las cosas, Koeman retiró a Riqui en el descanso y dio entrada a Dembélé.

Pero nada cambió en la segunda parte, que fue una copia de la primera incluso en la cuestión de los penaltis. El Cornellà siguió apretando, el Barça navegando y cuando los blaugrana se volvieron a encontrar con otro penalti calcado al primero por patada a la cara de Pol Moreno a Lenglet, Dembélé rizó el rizo para escenifica­r otra astracanad­a desde los once metros. No es por quitar méritos a Ramón Juan, pero hay jugadores en ligas de empresas que los tiran con más malicia que Dembélé. Pero para dejar claro que es un porterazo, Ramón Juan evitó la prórroga con un paradón.

Nada más iniciarse el tiempo extra, Dembélé rompió el maleficio ante el gol. Sólo un jugador como él podía decidir un partido así y evitar una catástrofe que cerró Braithwait­e en el descuento tras una virguería de Pedri. La caballería que llegó al rescate.

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