Djokovic aprieta
Demostración de fuerza del serbio ante Medvedev ● Levanta su 9º título en Australia, 18º de Grand Slam
se le debería exigir con 25 años y tras haber estado a punto de sorprender a Nadal hace dos en la final del US Open.
No era tarea fácil, porque entre los dos astros, que seguirán siendo número uno y dos del mundo, han ganado 10 de los últimos 11 grandes (desde Roland Garros 2018). Djokovic ‘tripite’ éxito en Australia por segunda vez (ya lo hizo entre 2011 y 2013) y no pierde en las finales que disputa en la Rod Laver Arena: 9 de 9. Ya tiene la segunda mejor marca de títulos en un mismo Grand Slam, detrás de los 13 de Rafa en París y por delante de los ocho de Federer en Wimbledon.
El partido decepcionó. Se esperaba una final más competida y lo fue sólo en el primer set. Ahí Medvedev supo responder al 3-0 de salida que le endosó Djokovic y llevarle al límite, aunque un par de errores de bulto en el duodécimo juego le dejaron a media remontada. La segunda manga empezó bien para el ruso, con un break que no le duró mucho, puesto que Nole lo igualó de inmediato y a partir de ahí se adueñó del choque. Su rival erró con su mejor arma, el revés, no respondió bien con los golpes en carrera desde la derecha y no supo leer los siempre afilados restos del campeón. Enrabietado, rompió la raqueta y no canalizó esa furia para intentar evitar un repaso. “Espero hablar mejor de lo que he competido. Siento no haber podido dar un buen espectáculo”, dijo Daniil en la entrega de trofeos.
Djokovic, que no lo había tenido fácil durante el torneo, con amago de retirada en tercera ronda contra Fritz por sus molestias abdominales, y partidos duros frente a Tiafoe, Raonic y Zverev, lo hizo todo bien en el día más señalado. El saque, su mejor virtud en este Open, no defraudó. Con el revés marcó el ritmo y la derecha le corrió mucho. Tuvo una paz de espíritu inquebrantable, la que le faltó en el US Open. Y ahí sigue, más cerca de sus íntimos enemigos y a la vez compadres del Gran Trío. Continúa la batalla.