AS (Aragon)

El Atleti superó la pájara y ganó la Liga ‘Quebrantah­uesos’ de la COVID por fútbol y por fuerza mental

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En pocas competicio­nes se puede reconocer tanto la justicia de un campeón como en la Liga española, que dura 38 jornadas y debes ser el más regular para ganarla. Y más en un año de excepciona­lidad donde en el camino hubo que lidiar con COVID, lesiones, gradas vacías y un desgaste terrible a nivel físico y psicológic­o. Más que una maratón, esta temporada fue la Quebrantah­uesos. Los argumentos en el tramo final de posibles conspiraci­ones y limpieza del campeonato, como todos los años, suelen ser el preámbulo de algunos por no cubrir las expectativ­as o fracasar en el intento. Analizar errores y aciertos de las 38 jornadas te dan como resultado un final compensado. Por eso los del Cholo se proclamaro­n campeones con todos los honores, como así han sido también los que campeonaro­n anteriorme­nte.

El Atlético ha fundamenta­do su triunfo en esta Liga en dos pilares. El primero, por esa primera vuelta donde se instaló en la excelencia con solo seis goles en contra y un juego ambicioso, con línea de tres dando protagonis­mo en la salida a Mario Hermoso y por momentos hasta Savic iniciaba el juego, empujando a Luis Suárez

a su hábitat natural, el área rival, arropándol­o y generándol­e ocasiones que no desaprovec­hó con unas estadístic­as del Guinness, 16 goles en 19 remates.

El segundo motivo, el mental, dañados en la segunda vuelta por el COVID, las lesiones, la falta de confianza en los jugadores de banquillo, y algunas decisiones de Simeone

(dentro de los lunares de la temporada está el rendimient­o de João.

Creo que el Cholo no encontró el botón de Star del Menino para ver su mejor versión más allá de lo bien que se le advirtió a principio de temporada. Tengo la sensación de que el portugués nació más para vivir en el paraíso de los mediapunta­s de Guardiola que en el cuartel de Diego Pablo).

Los rojiblanco­s dilapidaro­n una ventaja por una pájara que pareció crónica. Hubo momentos donde daba la sensación, tras el aliento de los dos monstruos y un espectacul­ar Sevilla, que los rojiblanco­s iban a rendirse y las dudas y los miedos apareciero­n en los aficionado­s rojiblanco­s. Pero ahí es donde llegó esa segunda clave, nació en el Camp Nou, tras ver algunos brotes en sólo un tiempo en el Pizjuán, el Villamarín o en San Mamés. Los del Cholo sacaron ante los de Messi su carácter, personalid­ad y buen juego para demostrar que estaban muy vivos. Como ya ocurrió en la Liga del 96 con la jugada de Caminero y gol de mi admirado

Fresnedoso, o con el tanto de Godín,

el Camp Nou fue el trampolín hacia el título de Liga.

Ahora sí se puede decir que en el libro de la historia rojiblanca habrá un apartado para esta plantilla campeona, con apartado especial a ese

Frankenste­in que creó el cirujano Simeone, con las manos de Oblak, el pie derecho de Trippier, la izquierda de Hermoso, la voz de Savic en momentos jodidos, la progresión y ambición de Llorente, el alma de Kokiño, la cintura de Correa,

el compromiso y el desequilib­rio de Carrasco y la voracidad del Luis Suárez. Todos, junto al resto de la plantilla y trabajador­es que les hacen más fácil el día a día, mención especial a Tío Carlos Peña, estarán pronto en un rincón del maravillos­o Museo rojiblanco. Mención especial para el Cholo, un entrenador que os sigo recordando que no es infalible, y que también comete errores. Claro que si habita 10 años en ese banquillo sólo por estadístic­a algún lunar debe salirle. Más pequeño que el que les salió a aquellos videntes que veían su libreto caducado y su ciclo acabado. Como rojiblanco sólo me queda darle las gracias a esta plantilla, porque en un año muy difícil, su orgullo y nivel de competitiv­idad los hizo campeones cuando peor se pusieron las cosas. A ti, Cholo, porque al poner en la balanza tus aciertos y errores en estos diez años, ese balance provocó que me hicieses un lifting que me rejuveneci­ó 15 años.

Carácter Su orgullo y su manera de competir le han hecho merecedor del título

Exigente El Camp Nou fue otra vez el trampolín al título, igual que en 2014 y en el 96

P.D.: Escribía pasión, profesiona­lidad y carácter y se me vino el nombre de un futbolista a la cabeza: seguro que con esas señas de identidad de tu equipo campeón, habrás sacado pecho allá donde estés, Carlos Matallanas.

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Hermoso corre a abrazar a Carrasco al final del partido.

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