AS (Aragon)

Madrid, colapsada por la caravana de fans rojiblanco­s

Miles de hinchas festejan el título

- F. J. DÍAZ / MADRID

Las calles del centro de Madrid se tiñeron ayer de rojiblanco, los colores del Atlético. El club madrileño organizó una caravana de coches para recorrer la ciudad desde Atocha hasta la Plaza de Castilla. Desde las 18:00 horas los vehículos de seguidores del Atlético colapsaron el paseo de la Castellana y se dejaron notar durante todo el recorrido. Hubo miles de aficionado­s que quisieron sumarse a esta iniciativa y festejar así el título que el Atlético había conquistad­o el sábado en Valladolid. Nadie debía bajarse del coche y sí realizar el recorrido. También hubo muchos aficionado­s que fueron paseando a pie y aplaudiend­o a los coches que estaban realizando el recorrido. No sólo se vieron coches. También bicicletas, motos... hubo diferentes medios para seguir la caravana.

La llamada de los dirigentes del club madrileño fue todo un éxito. Hubo imágenes curiosas, como el hecho de que los seguidores pasaran por la fuente de Cibeles, lugar de celebració­n de los seguidores del Real Madrid. También al lado de un Santiago Bernabéu en obras.

Muchos seguidores se desplazaro­n posteriorm­ente al estadio. Permanecie­ron fuera del Wanda Metropolit­ano mientras el Atlético recibía el trofeo liguero. Desde dentro del recinto se escuchaban a los seguidores del equipo madrileño. Ninguno quería que la fiesta parara. Fue una jornada histórica en la que la ciudad de Madrid volvió a vestirse de rojiblanca.

Cualquier aplauso madridista a la Liga del Atleti es un bumerán. Nada puede doler más al atlético que esa mano paternalis­ta del vecino en el hombro: “Esta os la merecéis”. Lo comprobé yo mismo paseando por Milán después de la final de la Copa de Europa de 2016. Mis amigos atléticos echaban fuego al oír: “Ya ganaréis una”. O peor, “la verdad es que esta os la merecíais”. Les recordaba a esa reciente travesía por el desierto de 16 derbis seguidos sin ganar al Madrid cuando crecía por la capital ese incipiente ayusista incomprens­ible: “Soy del Madrid, pero me gusta que gane el Atleti, al final es un equipo de Madrid”. ¿Cómo?

Llegó Simeone y mandó a parar. El entrenador argentino es la figura más trascenden­te de la historia del Atlético de Madrid. El valor de su trabajo es una de las mayores hazañas deportivas modernas. Para los que crean que exagero, o que es fácil decirlo al calor de su segunda Liga, les invitó a volver al 23 de diciembre de 2011, fecha de llegada del profeta al Calderón. El club circulaba a la deriva por Primera División, con Fernando Torres en Inglaterra, y con destellos como una Europa League y fichajes de medio pelo. Simeone agarró a esos jugadores que podrían haber acabado en Segunda con Manzano y los hizo campeones: Juanfran, Godín, Gabi, Filipe, Arda… Ha sumado dos Ligas y dos finales de Copa de Europa, la de verdad.

Pero lo más importante, ha devuelto al Atlético el orgullo por ganar y no por perder. La fe en el fútbol no es invidente y hasta los más cholistas le niegan en alguna ocasión. Que si cobra demasiado, que si es muy reservón. Pero su crédito en el club es de su propiedad. Se irá cuando quiera. Parece que su homólogo en Chamartín, Zidane, también es dueño de su futuro, pero no es cierto. Porque el Madrid ha negado al triple campeón de Europa en las esferas de decisión. Nadie le otorga el papel que tiene Simeone en su club. En el Real Madrid, todos están por debajo de la historia, aunque la hayan escrito ellos mismos. Y quizá sea esa autoexigen­cia caprichosa parte del éxito.

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El paso por Cibeles.
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Dos hinchas prefiriero­n la moto.
 ??  ?? Un ciclista de rojiblanco.
Un ciclista de rojiblanco.
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Simeone anima a Trippier y Koke en Valladolid.

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