AS (Aragon)

“Es increíble ver en el balcón a mis abuelos”

Pau Torres, nacido en Vila-real, uno de los jugadores más aclamados por sus paisanos en la celebració­n del título de la Europa League

- D. ESTEVE / VILA- REAL

El Submarino navegó por un mar amarillo. Vila-real entera se echó a la calle. De los 50.000 habitantes que componen el pueblo de moda en Europa, muy pocos se quedaron en sus casas. La ocasión merecía la pena. No todos los días se celebra una Europa League. El Submarino, con 98 años de vida, hizo historia en Gdansk. La fiesta arrancó en Polonia, pero el colofón se vivió en Vila-real, en el pueblo de Pau. Ahora también el de Rulli, el de Gerard, el de Albiol...

Bufandas, tracas y camisetas amarillas hicieron que la localidad castellone­nse viviera un día histórico. La rúa recorrió toda Vila-real, todos sus puntos. Casi 10 kilómetros de carretera en los que el autobús descapotab­le fue en volandas. El “Vamos Submarino” fue el grito de guerra de los aficionado­s y también de los héroes de Polonia. “Es muy lindo terminar una celebració­n así con la gente”, aseguró Foyth. Bacca también se acordó del esfuerzo realizado por Fernando Roig. “Hemos tenido la suerte de recoger el fruto del trabajo realizado en los últimos 23 años”, aseguró el colombiano.

Las colas en la tienda oficial del Villarreal fueron eternas durante todo el día. Todos los seguidores quisieron comprar la camiseta amarilla. Los comercios de la zona se engalanaro­n para homenajear a los campeones. Las calles del pueblo se tintaron de amarillo, del color de los campeones. “Es un orgullo celebrar esto con el pueblo. Estoy muy emocionado”, dijo Moi Gómez mientras sus compañeros le interrumpí­an con un “Cómo no te voy a querer si fuiste campeón de Europa League por primera vez”. “Me he quedado sin voz de la celebració­n. Esto supone una gran ilusión para todo el pueblo”, dijo Fernando Roig.

Pero si hubo alguien que disfrutó de la celebració­n fue Pau Torres, que jugó en casa. El central, emocionado, vio desde lo alto del autobús como sus familiares y amigos le acompañaba­n en la rúa. “Es increíble ver a mis abuelos en un balcón en casa de mis tíos y poder levantar la Copa y enseñársel­a. No todos pueden jugar en el equipo de su pueblo y ganar una final. Soñé muchas veces con dar el primer título al club de mi vida y lo he conseguido”, aseguró el central. “Pau y Gerard tienen que quedarse con nosotros. Quiero que jueguen con nosotros en la Champions. El presidente tiene que poner muchos millones para que se queden”, bromeó Capoue, el MVP de la final.

La fiesta, que arrancó pasadas las

19:00 horas, finalizó en La Cerámica, el templo de este Villarreal que ya podrá guardar en sus vitrinas su primer título. La Europa League, de la que no se separaron Gerard Moreno ni Alcácer, lucirá en un sitio muy especial. Dos cañones de confeti y un castillo de fuegos le puso la guinda a una jornada histórica, a un proyecto que ya es de Champions y coge otra dimensión, la de los campeones.

Marea De los 50.000 habitantes, muy pocos se quedaron en casa

Roig “Esto supone una gran emoción para todo el pueblo”

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Miles de aficionado­s del Villarreal acompañaro­n al equipo durante la rúa por las calles de la localidad. Los campeones se dieron un baño de masas.

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