AS (Aragon)

El Barça derriba la muralla

Numantina victoria azulgrana en la prórroga ante el Olympiacos, el verdugo del Madrid y del Baskonia Mirotic y Oriola, determinan­tes

- IVÁN MOLERO / LA CRÓNICA

Si era el termómetro de Jasikevici­us –“quiero ver cómo estamos para saber dónde estamos”, había avisado en la previa–, el mercurio reventó. Porque ante el reinventad­o Olympiacos, sin Spanoulis pero con Vezenkov, y con una defensa que venía de secar a Baskonia y Real Madrid, se repuso el Barcelona de una primera mitad de lo más errática para derribar entre el tercer cuarto y la prórroga el muro griego con su propia medicina, al compás de un descansado Mirotic. Y para sumar su tercera victoria en la Euroliga ante el coco de los equipos españoles y mantenerse invicto, a costa de que su rival perdiera tal condición.

Y eso que tan solo diez puntos –homenaje a los tiempos de Bartzokas en el Palau– logró anotar el Barça en el primer cuarto, un terrible balance que únicamente Higgins maquillaba ante el acierto de Fall, Sloukas y Dorsey. Antes del descanso, la tabla de salvación de los azulgranas no fue su mayor efectivida­d, sino que por momentos pudieron igualar el entramado defensivo del Olympiacos.

Del 0/12 en triples pasaron Kuric y Mirotic a anotar dos seguidos en el tercer cuarto, con ese ritmo vertiginos­o en las transicion­es que desde la banda exigía Jasikevici­us. Renacía Mirotic, asistía Calathes, se imponía Davies a Fall y el Barcelona, con un implacable parcial de 14-2, mostraba las primeras grietas de su rival en esta Euroliga. 55-47 a falta de diez minutos, que no fueron definitivo­s por mucho que los locales se empeñaron en fallar y que entre McKissic, Sloukas y Vezenkov fueron acercando al Olympiacos en el marcador hasta forzar la prórroga (67-67).

Y ahí, en la hora de los valientes, reaparecía Mirotic para poner tierra de por medio (75-70) entre una acción de jerarquía y una falta forzada y transforma­da por él. Desde luego que no se rindieron los de El Pireo, que a falta de profundida­d y dinamismo también recurriero­n a la suerte de los tiros libres, hasta el punto de que a 22 segundos para el final Dorsey ponía el 77-78.

Pero la épica no abandonó al Palau, ni a su capitán, Oriola, que a falta de siete segundos provocaba otra infracción sobre él y la aprovechab­a para establecer un ya irreversib­le 79-78 que ni Sloukas, sobre la bocina, fue capaz de revertir.

Adrenalina pura para el Barça que no podrá degustarla, acaso recuperars­e de la paliza física, pues mañana mismo ya le espera el Mónaco.

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La lucha y el acierto de Oriola, especialme­nte en la última acción, decantaron el partido para el Barça.

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