AS (Aragon)

El Madrid de los García era una familia

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ahora son de un gol, las nuestras de tres o cuatro!”, apostilla en tono jocoso, antes de dar la clave de aquel Madrid, la misma que el de Ancelotti: la simbiosis entre veteranos y noveles. “Amancio nos decía: ‘Chavales, hay que salir muertos del terreno de juego. El que no salga muerto no puede jugar en este equipo. Y claro, eras un chaval con 18 o 19 años... Hablan de los valores del madridismo y es eso. Nos los transmitía­n a nosotros, nosotros luego a la quinta del Buitre...”. Y así, generación a generación, hasta hoy. “Ves a Benzema presionand­o, corriendo y los jóvenes le ven y claro. Hay que predicar con el ejemplo. Karim se ha hecho líder del equipo. Nadie pensaba que iba a estar como está ahora, su velocidad, cómo coge la batuta...”.

La final. Camacho lo tiene claro, la mística blanca, la magia que desliza Ancelotti, es la que marcará el devenir el día 28: “Físicament­e están increíbles. Si llegan vivos al final del partido, el Madrid gana seguro. Las casas de apuestas también daban como favoritos al PSG, al Chelsea y al Manchester City...”.

La cita en Casa Juan fue un maravillos­o viaje en el túnel del tiempo. De nuevo en París, de nuevo ante el Liverpool. Pero no hay miedo. De hecho, el Madrid inició su leyenda en la Ciudad de la Luz en 1956 ganando la primera edición de la Copa de Europa ante el Stade de Reims, después de remontar un 2-0 adverso ante los franceses. Ahí empezaron nuestras remontadas imposibles, rematadas este curso de forma memorable e inolvidabl­e ante PSG, Chelsea y City. Pero hablando con Agustín (porterazo gallego), Rafa García Cortés y Antonio García Navajas (los García defendían como leones y sin miedo a nada), Andrés Sabido (canterano ejemplar al estilo Nacho), Camacho (ese año jugó de secante de todas las estrellas rivales) y Santillana (el inventor del vuelo sin motor) ta das cuenta de la fuerza de este escudo. Ese Madrid no tenía dinero para hacer grandes fichajes, pero entre los canteranos, los veteranos y los fichajes nacionales low cost formaron una piña dentro del vestuario que era casi indestruct­ible.

En París se perdió, pero que nadie olvide que ese Liverpool era en aquel momento el gran equipo de Europa y que esa noche Boskov se dejó llevar por los nombres y alineó a Cunningham y Stielike muy mermados físicament­e. Aún así y con 0-0 en el electrónic­o, Camacho tiró una al palo y otra vaselina que se le fue alta por poco...

Sinceramen­te, creo que el club debería tener un gesto con los componente­s de ese Madrid de los García. Yo los subía a un avión y me los llevaba a la final de Saint Denis. Esta gente supo defender con grandeza la camiseta blanca en momentos donde nadie daba un duro por ellos. Dignificar­on el escudo pese a la derrota y llevaron al Liverpool de Bob Paisley al límite. Ellos pusieron la semilla que luego ha dado Champions como churros. Los García son parte de nuestro sagrado ADN.

Agustín

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